Capítulo 2: El comienzo de algo nuevo

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Encima del fregadero había una ventana grande adornada con unas pequeñas cortinas de estampados de limones, y había varios armarios colgados de la pared de color amarillo, como el de los limones de las cortinas.

Los cajones de la cocina eran iguales, y en el centro había una mesa plateada cuadrada con cuatro sillas de metal con los acolchados de color amarillo y un mantel de limones puesto.

En el extremo de la cocina estaban las escaleras, y vi cómo Zaire se aproximaba a ellas, haciéndome un gesto para que la siguiera.

Eran bastante empinadas, y al subir me dio la sensación de que me iba a caer, pero la subida mereció la pena.

Nada más acabar de subir las escaleras, había otro sofá del estilo al de abajo y del mismo color morado, solo que de tres plazas, y en la pared de enfrente se encontraba una tele de pantalla plana. Y esta sí que era grande. Muy grande.

A los lados de la televisión había estanterías abiertas como para poner libros, y a un lado del sofá se podía ver un armario blanco, igual que las estanterías.

Al igual que abajo, entremedias del sofá y la tele había una mesa baja, pero detrás de todo esto se podían ver dos puertas.

Abrí la primera y vi una cama doble sin sábanas. Era una habitación sencilla, pero encima de la cama tenía una gran ventana con cortinas blancas, y la pared derecha era un gran armario.

Esa sería la habitación donde Zaire y yo dormiríamos.

En la otra pared se encontraba un arco abierto, tapado por una cortina de bolitas de colores, que daba a la habitación donde dormiría Abril.

Entramos.

Esta habitación era mucho más pequeña que la nuestra, y había una cama individual sin sábanas pegada a la pared.

Tenía una ventana también más pequeña, pero con las mismas cortinas blancas, y un armario a un lado.

Salimos de la habitación por dónde habíamos entrado y abrimos la última puerta, que daba a un pequeño baño con ducha, lavabo y retrete, todo de un color verde pistacho muy bonito.

Justo en ese momento apareció Abril.

Su expresión de asombro era la misma que la nuestra.

-Esto es...

No la dejé terminar la frase.

-Alucinante.

                             ☆☆☆

Terminamos de deshacer las maletas y de guardar todas las cosas que traíamos en los armarios y demás.

Mamá nos ayudó con el tema de la comida y se ofreció a hacernos las camas mientras nosotras guardábamos la ropa en los armarios.

Cuando todo esto estuvo hecho, me senté en el sofá grande del piso de abajo y llamé a papá vía Skype.

En cuanto su cara apareció en la pantalla le conté emocionada lo guay que era la caravana y se la fui enseñando con la cámara.

Hacía varias semanas que papá se había ido a Brasil a trabajar, pero como no quería que nos mudásemos, consiguió poder venir cada fin de semana en un avión privado a visitarnos.

El mes que viene volvería a casa, unos días antes de que yo regresara a casa del viaje.

Me despedí de él y luego de mamá.

-Chicas, sed responsables, ¿vale?-Unas lagrimillas asomaban por sus ojos negros.-No os metáis en líos y tened cuidado al conducir... Os he dejado galletas en un tarro de cristal que tenéis en la encimera, y las toallas las he guardado al final en el armario del salón de arriba, ¿vale?

Me aproximé a ella de nuevo y la di un abrazo.

-Mamá, no te preocupes. Todo va a ir genial, ya verás. Te llamaré cada noche.

Zaire se acercó hasta nosotras.

-Es cierto, Azalea, nos cuidaremos unas a otras y no dejaremos que le pase nada a su hija.

El sonido del claxon de la caravana resonó por todo el parking, y la cabeza azul de Abril salió por la ventanilla del conductor.

-¡Nos vamos!

Di un último abrazo a mi madre y me monté en la caravana.

Zaire y yo decidimos ir las primeras horas haciendo compañía a Abril, así que nos sentamos en los asientos de alante.

Abril metió las llaves de la caravana y enseguida arrancó.

Yo conecté mi móvil a la radio y pusimos la música a todo volumen, mientras Zaire se colocaba sus gafas de sol de espejo, que taparon sus preciosos ojos verde pistacho.

Sonaba la canción de Team, de Lorde,  y el aire de la mañana de verano entraba por la ventanilla abierta, agitándonos el pelo.

Era el comienzo de algo nuevo. De algo grande.

Locuras de una noche de veranoWhere stories live. Discover now