Mi vuelo era el 2 de Septiembre, yo iba segura de que iba a volver a México, ni siquiera empaqué las cosas suficientes para quedarme a vivir. No me despedí de nadie.
Le dije a mi pareja (de ese momento) que me iría temporalmente, pero la desconfianza apareció en seguida y decidí pedirle un tiempo.
Ese, fue el único "ciclo" que "cerré".
El día del vuelo, le dije a mi mamá que no me quedaría, le dije a mis abuelos que volvería, no estaba triste, sabía lo que pasaría, o eso creía.
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El vuelo fue largo, la comida no estaba buena, era mediodía y sólo me dieron papitas y un refresco, tenía hambre así que decidí dormir.
Y comencé a soñar, aunque hasta la fecha no comprendo porque aún recuerdo ese sueño.
*Soñando*
Me encuentro en un bosque, sé que es un bosque por la altura de los árboles, escucho ruidos extraños y el olor es muy fuerte. Madera. Camino entre las lianas y piso algunos charcos, ha llovido. Llego a un río, pero no es cualquier río, está dividido, como si hubiera una "nada" en el medio, no tenía sentido. Por un lado brillaba casi de manera cegadora, no podía verlo por mucho tiempo, por otro, estaba opaco, sin vida, gris.
Tenía que salir de ahí, pero, ¿Hacia qué lado del río? Ambos parecían malos, a un lado no podía voltear y el otro, era triste verlo.
Opté por sentarme en el medio y esperar.
Estupida decisión.
*Nunca te quedes en el mismo lugar que parece sin salida, el río es la vida, que te puede presentar caminos muy difíciles pero jamás imposibles, y recuerda, no todo lo que brilla es el camino, tardé en comprenderlo.
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Desperté y mi primera sensación fue sentirme inútil, perdida y peor aún, sin respuesta.
Descubrí que ya habíamos aterrizado, desperté a mi mamá y salimos hacia la sala de espera del aeropuerto de Miami, Florida.
Ahí nos esperaba mi padrastro con unas flores y un globo.
La vida se me cayó encima cuando me di cuenta de que ahí estábamos de nuevo, todos reunidos. Y sin saber que hacer, lo abracé pensando en donde quedarme.
"¿Hacía dónde voy?"
