Redes Sexuales

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Cuando me la imaginaba la descartaba. Sin embargo, ella me sorprendía cada vez que me masturbaba. Mi líbido volaba sin rumbo, sin prejuicios, sin temor. Quería rozar y estremecerme con su cuerpo, entrelazándome entre ella, liberando mi lujuria en un morbo de descontrol. Durante una de nuestras charlas virtuales, me transmitió vértigo. Su imaginación me provocó la apetitosa certeza de que su acercamiento contenía un extenso prontuario erótico y diferente.  No me equivoqué. Cada vez que me escribía, sus palabras eran choques de placer que entumecían mis deseos más extremos. Me sorprendió cuando confesó que nuestra fantasía se concretaría, que ella deseaba experimentarlo, tanto como yo lo repetía una y otra vez en mi mente. Era la fantasía perfecta: hacer gozar a una extraña, aunque sabia  mucho más de ella que ella de mi. No dudé. Nuestro encuentro se concretó un noche de invierno en una esquina, como aquellas veces que estuve con alguna chica en mi adolescencia. Por momentos, la ansiedad se filtraba en nuestras risas y comentarios, mientras yo la miraba anticipando las ardientes consecuencias. El secreto que ocultábamos comenzaba a desbordar nuestra mente, ya no había manera de detenernos.  Luego la invite a mi departamento y una vez allí, nos envolvimos en un abrazo y los besos fueron cayendo uno a uno a su cuello, tome con ambas manos su cara y pudo sentir el instinto animal que tenia frente suyo.Su boca se acerco a la mía, iniciando un erótico juego de lengua con labio, que disparó una carga eléctrica por todo mi cuerpo El juego de seducción ya había comenzado ambos empezamos a mover las piezas, a ninguno le gustaba perder pero los dos queríamos acabar bien.  La cama se transformó en un infierno húmedo. Ellas, las lenguas tan desnudas y hambrientas comenzaron a dibujar sensaciones deliciosas. Mis manos y dedos se adhirieron naturalmente a sus pechos, jugando con sus pezones. Mientras los acariciaba, me entregaba a la más exquisita novedad, ella comenzó a lamermeme, trazando círculos en su punta y luego recorriendome lenta y suavemente en su boca. Esa imagen endureció aún más mi travieso libido. Su lengua aterciopelada arrastraba la sangre hacia mi sexo, marcando el ritmo, el encuentro y la presión. Los cuerpos escribían caricias que fluían y exploraban, transgredian cada rincón. De pronto, mi boca se adueño de sus gemidos, una orgía de dedos aleteaban en todos sus labios y en su palpitable clítoris, electrizando su sexo al borde del mayor deleite. Hipnotizada y envuelta en ardor, se deslizo sobre mi para formar con nuestros cuerpos el número del más sabroso pecado. Dos bocas, dos lenguas explorando los sexos más íntimos de cada uno, en una danza simultánea.  Mi bestialidad logro tenerla delante de mi, entregandome su espalda y su sexo, mis manos tomaron su cintura, y mis ganas mezcladas con mi fuerza iban entrando en ella. Parecíamos desesperados, inmorales, adictos el uno del otro, la tome del pelo. Eso la excito aun más, el juego de la sumisión la mojaba aun más. Cada vez más fuerte, cada vez más rápido, una música se empezaba a formar entre sus jugos y mi sexo, entre sus gemidos y los "puta" acentuados que iba diciéndole al oído

De un movimiento, la puse debajo de mi. Lentamente fui entrando en ella, sentia como se expandia, como los dos calores conformaron uno a partir de ese momento. Mientras la penetraba con vigor, sus uñas se clavaban en mi espalda, deje que se quede con ganas y baje nuevamente.  Los golpes suaves de mi lengua sobre su clítoris la estremecían en oleadas salvajes, al tiempo que mi dedo se hundía en la profundidad de su sexo, y esa exquisita combinación la llevó a detonar en un profundo y prolongado orgasmo. La noche nos reclamaba un poco más. Nuestros cambios de posición reinventaban coreografías, una y otra vez. Gemidos, olores, humedades nos precipitaban hacia un agónico final. Desesperada se sento sobre mi boca, que se llenó de sus jugos, mientras mi lengua jugaba viciosa con su clítoris. Luego de esto, montada nuevamente sobre mi sexo, sus caderas se agitaban enloquecidas y voraces. La tensión se hizo intolerable hasta que cada cuerpo bramó su éxtasis. Dos conciencias se diluyeron en espasmos de un infinito placer. Como un guerrero vencido en el campo de batalla mis brazos se abrieron y ella solo atino a apoyar su cabeza en mi pecho, fue en ese momento cuando supe que había caído en su red sexual.

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⏰ Última atualização: Aug 23, 2012 ⏰

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