—Se supone que amas a Leo y eres capaz de mandar a matarlo.

—Te equivocas, el blanco es Emily.

Eleazar tragó saliva.

—¿Y cómo vas a lograr eso?

—Dije cuál es el auto, aunque ya no envíe el mensaje ellos ya lo saben. Gavilán está detrás de ti y de todo lo que quieres.

—¿Y qué pasaría si te digo que cambiaron de auto justo antes de salir?

—Mientes.

—Puede que sí, pero igual, a mí me haces un favor.

—¿A qué te refieres?

—Eres muy lenta barbarita, si Leo cambió de auto con Emily ¿A quién crees que van a matar? O puede que ya esté muerto —sonrió.

Por dentro estaba que no cabía de la preocupación.

—Mientes, yo misma vi cuando Leo le entregó las llaves y luego él me dijo en que auto iría cada uno.

—Sí, pero sabes lo despistado que Leonardo suele ser, y se equivocó, le dio las llaves diferentes y hoy en la mañana ya no hicieron cambio.

—No te creo.

—Como quieras, igual entre menos hagas mejor para mí. Eso sí, si te animas y abortas imagino que Gavilán querrá algo a cambio. Dile que estoy dispuesto a entregarme con tal de que me devuelva un favor y yo con gusto le devuelvo los proveedores.

Eleazar salió de la habitación con el plantón de macho alfa y corazón de piedra que lo caracterizaba ante los demás, pero no podía evitar pensar y pensar en cómo irían las cosas con Emily y Leo, por lo que a paso presuroso fue con Tony; necesitaba comunicarse con ellos y advertirles.

Pájaro mentía, pero eso les dio ventaja, Barbara borró lo que había escrito y en cambio envió un mensaje indicando que aún no salían y que en cambio tenía algo mejor. A Gavilán poco le importaba Emily o Leonardo, su problema era directamente con Eleazar y por ende abortó la misión para que sus hombres fueran a cumplir el trabajo acordado.

Pero como si el destino estuviera en contra cuando Emily y Leo bajaron se encontraron con algo que no se esperaban. Unos pandilleros tenían tomado el lugar.

—Pongan sus armas en el piso —ordenaron.

—¡Calma, calma! —gritó Leo—. Somos amigos.

—A mí no me venga con eso, aquí nadie es amigo de nadie. Las armas en el piso —pidió.

Leonardo y Emily se voltearon a ver fijamente. Sabía que de hacerlo estarían completamente indefensos.

—Venimos a hablar, a ofrecer trabajo —dijo Emily sin obedecer las órdenes.

—Está reinita cree que vamos a caer, ustedes seguramente son de la policía o algo así.

—¿De la policía? ¡No! Claro que no, al contrario, estamos al otro lado.

Se escuchó una ola de silbidos por parte de los que estaban allí.

—Pues vamos a averiguarlo entonces, armas al suelo —volvió a ordenar.

—Venimos a buscar algo importante y no vamos a obedecer hasta que escuchen —dijo Leo.

—Pues entonces van a tener que hablar cuando ya tengan la barriga llena, pero de plomo —amenazó un tipo con un tatuaje que le cubría todo el brazo izquierdo.

—Tal vez es un buen trabajo —comentó otro en voz baja.

Fue suficiente para que el del tatuaje bajara la guardia.

Huracán ✔️Where stories live. Discover now