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su vacía pero bastante llena dirección este se sumergía en el plano blanco mientras la rosa roja que guardaba en la caja tapada aceleraba el paso intentando escapar de las curvas terminadas en punto que no dejaban de aparecer y perseguirles, que cada vez eran más y por desgracia ninguna de esas circulares manchas iba sola, todas tenían su acompañante lineal (no recta), por lo que todo se enredaba, con colores, en forma de ovillo, al rededor del jardín con hierba artificial de la azotea. y mientras el frustrado desconocido olía su canción menos favorita, escuchaba aullar furiosos a sus viejos amigos rogando a la nada por un poco de silencio y se ahogaba en el agua de su nube, creía que haciendo bailar sus esqueléticos dedos sobre el cristal tan brillante que hacía que sus redondos bosques en la nieve se achinasen, podría llegar a calmar el superficialmente tranquilo ambiente, al menos hasta que al supuesto límite le vuelvan a salir pecas y la vieja y amarillenta luz de la calle vuelva a parpadear luchando vagamente por su vida.
nadie está a salvo.
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