Bajo el muérdago

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Entiende la pasión por la Navidad.

La entiende, en serio.

No la comparte, pero la entiende.

Por eso no dijo nada cuando un día, de repente, empezaron a aparecer decoraciones navideñas alrededor de su puesto de trabajo.

Si el resto quería decorar la oficina, que hicieran lo que les diera la gana.

Lo que rompió la calma fue el sombrerito navideño de cartulina roja y algodón, pegado en la parte superior de su monitor.

No, nononononono... no

Que decoraran lo que quieran pero que la dejaran fuera. ¡A ella y a su puesto!

¡Y no, no tenía que dar ninguna explicación acerca de su indiferencia para con estas fechas, o su decisión de renegar de cualquier tipo de decoración fuera de lo profesional!

...

La Grinch.

La llamaban la Grinch por quitar el sombrerito acartonado y tirarlo sin miramientos a la papelera.

Y no le hubiese importado que se quedara en eso. Total, ha acumulado un amplio número de motes desde que empezó en la empresa (Comandante era su favorito, la verdad).

Sin embargo, el sombrerito no fue el único adorno que apareció por su mesa. Según han ido pasando los días, también ha tenido que tirar una guirnalda decorando los laterales de la mesa, recolocó un mini muñeco navideño hecho con calcetín en la mesa de Anya (su compañera de departamento se lo quedó mirando un buen rato, antes de aceptarlo en su mesa tras darle un par de palmaditas en la cabeza), y le lanzó a la cara a Raven una diadema de cuernos de reno (se lo merecía, riéndose escondida tras un archivador).

Pero lo de hoy...

La ramita de muérdago, con su lacito rojo complementario, la observa desde lo alto del techo con esa mueca que sólo una ramita de muérdago traicionera puede tener.

No está de humor. Entre la mortal reunión con el cliente, y el de mantenimiento negándose a dejarle una escalera para poder quitar la ofensa a su puesto, está considerando seriamente el ir a por un bote de laca y un mechero, y quemar la ramita con un lanzallamas improvisado.

...

- Disculpa.

¿Acaso es tan difícil entender que no quiere participar en la explosión navideña del trabajo?

- Eh, ¿hola?

Y sabe exactamente quien es la culpable. Esa cara de inocencia por parte de Raven, deseándole suerte antes de la reunión...

- ¿Discul...?

Pega un salto al sentir un par de golpecitos en su hombro.

- ¡Lo siento! -pide disculpas la culpable de ese intento de asesinato vía ataque al corazón- Lo siento, en serio. No respondías y, bueno, en recepción me han dicho que era tu mesa y... ¿Eres Lexa? ¿Lexa Woods?

Con la mano aún sobre su pecho (en un vano intento de calmar su corazón), observa a su atacante y, vale... no le importaría que la chica frente a ella, con casco de bici atado en la tira de una mochila bandolera, y paquete bajo el brazo, la matara.

Porque guau...

Jamás había visto un azul tan intenso en unos ojos. ¿Y la estaban enfocando con un foco constante? Porque su pelo rubio brillaba cual halo, recogido en una coleta como estaba.

- Ah, ¿estás bien? -le pregunta, frunciendo el ceño y adelantando la mano libre, sin llegar a tocarla.

- ¡Sí! Sí, disculpa. Estaba... estaba concentrada y no te he oído.

Por dios esa sonrisa patrocinada por Profident que le muestra la rubia.

- Entonces, ¿Lexa Woods? -le pregunta de nuevo.
- Sí, soy yo.

- Pues este paquete es para ti -le dice, tendiéndole la pequeña caja que tenía bajo su brazo.

El cual coge Lexa, intentando recordar si esperaba algo.

- Ah, gracias -frunce el ceño, no pone quién se lo manda. ¿Ha comprado algo online y no se acuerda?- ¿Dónde te fir...?

- Anda, muérdago.

Un escalofrío le atraviesa la espalda. Y seguramente le duela más tarde el cuello por girarlo tan rápido para volver a mirar a la mensajera, quien mira, a su vez, la ramita colgada del techo.

- Es una decoración navideña -explica Lexa, concentrando la mirada de nuevo en ese paquete que tiene en sus manos- por la navidad y eso... ya sabes. En fin, ¿dónde te firmo?

- Ya sabes lo que dicen del muérdago -nota la sonrisa de la mensajera en su tono de voz.

- Ah... ¿pues claro? -mira de reojo a la rubia.

¿Porque tiene que ser atractiva hasta la risa de esa completa desconocida?

- ¿Es una pregunta?

- ¿Qué?

- Que si es una pregunta. No has sonado muy segura.

- ¡No! No. No es una pregunta. Lo sé. Lo que dicen sobre el muérdago, lo sé. Pero sólo es una decoración navideña, ya sabes, porque es...

- Navidad, sí -completa la sonriente rubia.

Muy bien, Lexa. Estás quedando my bien...

Plantéate el mudarte de país para no volver a cruzarte con ella de nuevo y... espera, ¿esa detras del archivador no es Raven? ¿Otra vez? ¿Grabándola con su movil?

...

La va a matar.

- Pues habrá que besarse, ¿no?

- No es... -traga saliva- no es necesario, en serio.

- Es una tradición, y no hay que jugársela, o Papá Noel te pondrá en la lista de chicas malas.

Si estuviesen a solas, sí le enseñaba exactamente como de mala podría... ¡No! ¡Lexa! ¡No!

- Te -vuelve a tragar saliva- que te agradezco esa preocupación para que no entre en la lista de chicas... de chicas malas y eso... pero no hace falt...

Un beso.

Un suave beso en su mejilla.

Y nota como toda la sangre se le sube a la cara.

- Oh, dios -susurra.

- Puedes llamarme Clarke -le sonríe la mensajera, tendiéndole por fin el justificante de entrega a firmar.

No responde, cogiendo el papel y firmándolo, para devolvérselo a la mens... a Clarke. Y esta sonríe al ver el número de teléfono bajo la firma.

Y para evitar volver a mirar a Clarke, Lexa decide centrarse en el misterio de la caja, la cual abre para averiguar algo más.

No se espera la explosión de confetti, ni el grito triunfal de Raven deseándole feliz navidad.

...

Definitivamente, la va a matar.




Hola!

Pues aquí que estamos. Andaba mirando temas para relatos cortos y me encontré con un reto para escribir una saga de besos navideños y, oye, aquí que estamos con el primero.

Puede que caigan varios en un mismo día, aunque no lo confirmo del todo pero, en total, serán unos 27.

Espero que os gusten.

FELICES FIESTAS!!

Besos ClexavideñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora