CAPÍTULO I: La noche de los tacones rotos

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—Shht- Levanté un dedo para hacerlo callar. -Tenemos un público alrededor, muchacho-


Hice un gesto con la mano señalando a la doctora y el cadáver. Ambos me miraron, más no me importó. Le di un vistazo rápido al documento y lo firmé sin más, no podía perder tiempo con banalidades como un permiso estúpido.

—Doctora Brooks, como siempre un gusto verla. Aunque particularmente nos vemos en situaciones un tanto... violentas- Traté de mantener la compostura, la opinión de Laura me importaba más de lo que iba a darle el crédito de saber.


Me puse de cuclillas para ver un poco más de cerca el cadáver y reprimí una sonrisa. -Recuerdo que el otro día buscaba en Internet el significado de soñar con tiburones-

La mujer me miró con una ceja alzada y supe que era momento de dejar el espectáculo.

—Las 23 puñaladas no son un número al azar. Nada en esta escena lo es. Puedes notarlo en sus piernas, ni una sola puñalada o rasguño. ¿Por qué? Observa con atención-


Saqué del bolsillo de mi chaqueta una pequeña linterna y luego de encenderla, apunté hacia las pantorrillas del cadáver donde de inmediato un patrón en tinta ultravioleta se hizo presente. Eran muchos elementos que parecían garabatos, excepto que cada tanto aparecía el número 23, representado en forma de número simple o romano.

—Y decían que no iba a servir de nada cargar una mini linterna de luz negra- Mi pose era digna de un meme. -Mira en el interior de su rodilla, es un nombre, dice Eri y la letra final es... No sé, ¿Es una N, una S o una fórmula para partículas subatómicas?-


—Lo que tienes de brillante a veces, lo tienes de idiota, Lowell- Fue la réplica de Laura y no pude evitar reírme.


—Como decía, requiere dedicación. ¿Se habrá hecho todo este garabateo antes o fue obra del asesino? En ese caso, deberíamos averiguar cuándo se implantó la tinta en la piel. ¿Puedes determinarlo, Brooks?-


[LAURA]

He de admitirlo: odio perder. Odio perder en ese juego imaginario que he creado conmigo misma donde debo ser la mejor. Y lo sé, no es bueno para la investigación que mi lado narcisista tenga que ser quien haga todos los descubrimientos importantes, ni es justo ni necesario, pero es así. Me esfuerzo tanto por ser buena persona: ayudo a los demás, hago donativos, obras de caridad y elegí una profesión en la que me dedicaba al prójimo. Pero mi parte más oscura seguía presente y jamás podría deshacerme de ella.

Quizás por eso trabajar con Lowell Brennan podía sacar lo peor y lo mejor de mí. Lo peor, porque era probablemente el único investigador policial decente en este departamento y lograba aventajarme en algunas ocasiones, haciéndome hervir de rabia. Y lo mejor, porque activaba mi lado competitivo como nadie más. Y la competitividad acaba siendo productividad.

—Las cosas no funcionan así, Inspector Brennan. Es difícil saber la hora a la que se puso esa tinta sobre su pierna. De todas formas, podemos proceder al levantamiento del cadáver. La escena ha sido inspeccionada. Puede venir a verme a mi laboratorio a partir de las 8:00h cuando procederemos a la autopsia.-

Salí de la escena echándole un último vistazo. Aquel crimen me había descolocado, y no por la violencia de la muerte, a la que una acaba acostumbrándose, sino porque no estaba acostumbrada a pasar cosas por alto y en mi exigencia y mi enfado, temía haberme ido demasiado pronto.

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⏰ Last updated: Dec 18, 2018 ⏰

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Los hermanos Grimm y otros psicópatasWhere stories live. Discover now