II: Beatrix Amelia Carter Gray

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Díficil palabra para definir es esta: tan simple y a la vez tan compuesta como la vida en sí. Beatrix se caracterizaba físicamente por una sonrisa y unas pecas que la hacían encantadora y que transmitían una sensación de empatía y sensibilidad. Una extensa melena color rubio, tal vez más blanco que rubio, se recogía en un moño abundante y mal hecho, evitando y deseando las greñas. Un traje como el de siempre llevaba ella puesto, bordado a mano por ella misma.

Su rutina no es en sí muy complicada de explicar. Se despertaba primero para observar el amanecer en el campo de todas las mañanas, un espéctaculo que poca gente como ella sabía disfrutar. Tan madrugadora como sus padres, ajustaba todas las cuentas de su industria heredada a las 8 de la mañana, podiendo dedicarse desde mediodía a escribir. Escribir sobre una utopía y un viaje maravilloso, una vuelta a un mundo creado por ella, su mundo ideal. Todos sus libros eran un éxito a nivel del pueblo, pero al ser mujer debía confiarle la publicación a su amigo Boone, con el que había compartido su infancia, al ser de su misma clase social. Boone era un muchacho que carecía de luces emprendedoras, siendo además poco agraciado y poco musculado. Sin embargo, su personalidad era capaz de hacer olvidar todo lo demás. La gente dice que una sonrisa lo arregla todo, se puede aplicar la oración en este contexto, pues la poca gracia formada por granos y un cuerpo que pedía a gritos más cuidado físico se compensaba con una positividad y un gran sentido del humor que lo hacían a la vez irresistible.

Todas las tardes, el dúo se reunía en la plaza a las 4 para poder comentar las nuevas inspiraciones y los nuevos escritos. (A Boone le encantaba en realidad todo de ella, tanto las historias como ella en sí). Después, ella volvía casa para cenar con su tía y leer.

Desde los 4 años, Beatrix se había convertido en una persona reservada pero intrépida, y por ello todos los días dedicaba tiempo a ejercitarse físicamente en el campo. Un tiro excepcional, un salto que muchos desearían, una rapidez comparable a la de un guepardo... Todo esto se le daba bien, todo lo hacía bien.

70 días Sabor MundoWhere stories live. Discover now