-Muchísimo menos una Perra disimulando que no dañé su relación. Sea valiente, enfrénteme, Zorra.- me dice con una sonrisa de oreja a oreja.
El corazón comienza a latirme desbocado y la rabia me inunda los poros.
-¿Usted viene a mi propia casa a decirme zorr...zor...- comienzo a asfixiarme y, sin mayor explicación, me despierto.