Capítulo 3: Y cuando él tomó mis mejillas, todo cambió.

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Hoseok, JiMin y Jeongguk caminaban por los pasillos de un centro comercial, exactamente en el pasillo de la juguetería. Era el cumpleaños de Jeongguk.

—Dime, JiMin... ¿Por qué Jeongguk lleva la misma camiseta desde el lunes? Hoy es jueves.— JiMin se apenó un poco y jugó con sus pequeñas manos.

No tenía necesidad alguna de contarle a Hoseok, pero sabía que él no lo decía para humillarlo o hacerlo menos, solo quería lo mejor para Jeongguk. Se lo había dejado claro desde la semana pasada.

—Cortaron el agua del departamento el martes de la semana pasada.— dijo con cautela y Hoseok asintió repetidas veces. Veían al pequeño azabache mirando por todos los estantes de juguetes para niños que habían, se emocionaba por todo.

Su padre le había advertido en secreto que no eligiera algo demasiado grande. Ya era un esfuerzo que hacía al recibir un regalo de parte de Hoseok quién había insistido desde que supo la fecha del cumpleaños de Jeongguk.

—Mira papi, es genial, ¿No?— JiMin negó con las manos, acercándose a Jeongguk y Hoseok lo tomó de los hombros antes de que llegara al niño.

—¿Te gusta ese, Jeongguk?— el niño miró a su padre quien lo miraba con el ceño fruncido y negando discretamente. Luego miró a Hoseok quién sonreía radiante para él.

—Y-yo...—

—No, Hoseok... Es demasiado, no puedes comprarle eso.— miró el pequeño auto de juguete que era lo suficientemente grande como para soportar a Jeongguk y miró a JiMin con algo de duda.

—¿Por qué no?— sonrió y apretó un poco las mejillas de JiMin y éste se sonrojó de inmediato. —JiMin, sabes que el dinero no es problema para mí.— se acercó demasiado hasta JiMin e inmediatamente se apartó, susurrando un pequeño "Lo siento" al hacerlo.

JiMin estaba perdido en la mirada inocente que tenía Hoseok puesta sobre él y sus mejillas ardieron aún más.

—Elije lo que quieras, conejito.— JiMin puso las manos en el pecho de Hoseok y lo empujó un poco lejos para hablar con él sin que Jeongguk escuchara.

—No tienes por qué hacer esto. Nosotros no tenemos cómo pagarte y estoy confundido por qué no sé exactamente lo que quieres de nosotros.— Hoseok sonrió tranquilamente y colocó una mano en la mejilla de JiMin, acariciándola solo un poco.

—JiMin...— sonrió aún más al ver y sentir las mejillas de JiMin encendidas. —Nada de lo que yo haga por ustedes podrá pagar lo que ustedes han hecho por mí.— JiMin lo miró confundido y Hoseok colocó la otra mano en la otra mejilla, sin dejar esa sonrisa tan blanca y hermosa.

—No hemos hecho nada por ti.— Hoseok estalló en una leve carcajada al escuchar a JiMin.

—¿Nada? JiMin... Indescifrable-mente han hecho que mi vida no sea tan miserable. Los días que he compartido con ustedes han sido casi los mejores de mi vida y yo también quiero devolverles esa felicidad.— JiMin quedó casi boquiabierto con las palabras que escuchaba de la boca de Hoseok, queriendo llorar al oírlo.

—Eres un tonto.— JiMin dejó caer su cabeza contra el pecho de Hoseok y Jeongguk jaló de los pantalones de Hoseok.

—Ya me he decidido.— Hoseok coló una de sus manos entre las hebras castañas de JiMin y sonrió para Jeongguk.

—¿Ah, sí? Tómalo y vamos a la caja para pagar.— movía sus dedos dentro del cabello de JiMin y el susodicho solo disfrutaba de las caricias mientras lloraba en el pecho de Hoseok. Jeongguk asintió y se adelantó a la caja.

Hoseok tomó el rostro de JiMin y lo observó detalladamente, con una expresión de felicidad indescriptible. Sus pequeñas pestañas estaban empapadas en lágrimas y sus ojos miel estaban levemente rojizos. Su nariz estaba irritada y sus mejillas rosadas, pero no exactamente por haber llorado.

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