- Las tendrás, prometido.

En cuanto recibo el mensaje con el contacto de Julia lo guardo en la agenda y la llamo.

- ¿Sí?

- Hola, Julia. Soy Alba, la amiga de Marta que te debe unas cervezas por hacerme un hueco así tan rápido.

- Ay, hola. Mira, necesito saber lo que va a hacer tu colega. Es por el orden de actuaciones, para que esté variado y no se junte o todo monólogo o todo música.

- Canta y toca la guitarra.

- Ok, espera que mire el listado que tengo... Pues sobre las 11 será, con que estéis media hora antes suficiente. Menos micro, que se traiga todo lo que necesite para la actuación.

- Vale, nos vemos el miércoles. Muchísimas gracias por todo.

- No se merecen.

Ahora solo tengo que idear un plan para robarle la guitarra a Natalia y llevarla al local sin que se entere. Casi nada.

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Hoy me siento libre, como si pudiera volar. Contarle todo a Alba, alguien que sabía que no me iba a juzgar, me ha hecho quitarme un lastre. Sabía que era pesado, pero no hasta qué punto. Al llegar a casa me pongo un rato con la guitarra y sin darme cuenta tengo casi una canción entera compuesta. No podría estar más feliz ahora mismo. Queen se ha quedado dormida otra vez en mi cama, creo que también le ha gustado. Miro la hora y Alba debe estar saliendo ya de clase, así que me pongo a preparar la cena para que esté lista cuando llegue. Justo como si estuviéramos sincronizadas oigo las llaves en la cerradura cuando apago la vitrocerámica.

- Cariño, ya estoy en casa.

Se refiere a la gata y me resulta muy mono. Escucho sus pasos en la cocina y me pilla lavándome las manos en el fregadero.

- Hola - le saludo sin girarme para no salpicar el suelo.

Me abraza por detrás y me da un beso en el hombro.

- ¿Qué tal estás? - me pregunta.

- Pues la verdad que muy bien. ¿Qué tal tu día?

- Ahora que se termina mejor. Odio los lunes y encima me ha venido la regla esta tarde.

- Bueno, pues ya relax, que te lo has ganado.

Después de cenar le propongo ver otro capítulo de La casa de papel antes de irnos a dormir y le parece buena idea. Me quedé con ganas ayer de saber cómo sigue. Terminamos de fregar los platos y vamos al sofá, donde está ahora Queen tumbada ocupando casi la mitad. Mientras Alba prepara la conexión del portátil a la tele yo intento que la gata se ponga en la butaca, pero me mira con cara de pocos amigos y eso que antes en mi habitación he estado haciéndole cariñitos. No nos queda otra que sentarnos bien juntas, pero así no hay problema para compartir la manta.

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El Ibuprofeno está tardando en hacerme efecto y el dolor no me deja estar quieta y ver el capítulo con tranquilidad. Natalia se da cuenta de que no me encuentro bien.

- ¿Qué te pasa? - me pregunta preocupada.

- Me duelen los ovarios aún. A veces, además de tomarme un calmante uso a Queen como almohadilla masajeadora-calentadora de tripa, pero hoy parece que tiene el día torcido.

- ¡La animalista explotando a su propia gata! - grita llevándose las manos a la cabeza de forma exagerada.

- ¡Oye! - le digo mientras le doy un golpe suave en el muslo.

- Tranqui, que es broma. Es lo peor el dolor de regla.

Su mano izquierda busca por debajo de la manta mi tripa y empieza a masajearla. Si ya el dolor no me dejaba centrarme en lo que discurría en la pantalla, esto no ayuda nada. Natalia, en cambio, está totalmente enfrascada con el atraco y sigue acariciándome de forma distraída. Al cabo del rato, entre la pastilla y los mimos el dolor ha remitido. Pongo mi mano sobre la suya para indicarle que ya puede dejar el masaje, pero lo que hace es entrelazar sus dedos con los míos y dejar la mano sobre mi abdomen. No voy a ser yo la que rompa esa unión. Por fin consigo meterme en el capítulo, aunque no es la primera vez que lo veo me sigue atrapando la trama.

- Nairobi es súper atractiva - comento.

-  En algo se tenía que notar que sois tocayas.

Me cuesta un poco entender a lo que se refiere, pero cuando lo hago no puedo evitar sonrojarme.

Tras terminar el capítulo nos damos las buenas noches con un abrazo y un beso en la mejilla. Queen se viene conmigo, parece que no está lo suficientemente cruzada como no querer dormir conmigo hoy. Al entrar en mi habitación veo el caballete con el A2 y me acuerdo de que no le eché el fijador y lo hago. Solo faltaba que acabe un trabajo con tiempo de sobra y se me emborrone por olvidarme del spray. Me quedo mirando a la Natalia de papel, es una preciosidad, aunque no se le vea la cara. De repente me viene una idea a la cabeza y me parece algo perfecto para completar el regalo de cumpleaños. Me pongo a trabajar de inmediato, valdrá la pena pasar un poco de sueño si logro plasmar lo que se me ha ocurrido.

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Me preparo para dormir y no puedo dejar de pensar en lo a gusto que estoy en estos momentos y lo mal que lo estaba pasando hace poco más de una semana. No es por la habitación o la cama en sí, que no tienen mucho de especial. Es por Alba, que lo es bastante. Resulta increíble cómo una persona te puede cambiar la vida en unos días. Quiero agradecérselo y, de paso, aprovechar para celebrar mi cumpleaños con ella, así que mañana le propondré irnos a cenar el miércoles. Me he vuelto a poner su camiseta para dormir. Caigo rendida con la calma que me aporta el olor a ella impregnado en la tela.


Sigo con vida!

El próximo capítulo va a ser interesante. Gracias por leerme!

La chica del metro // AlbaliaWhere stories live. Discover now