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     Narra Joe.

     Verla así me destrozó, la tenía frente a mi rota en cientos de pedazos y no sabía qué podía hacer. Movió su mano hacia el banco apoyando la palma en el hueco que quedaba a su lado invitándome con un par de golpecitos en el mármol a ocupar ese vacío a su lado, sin dudarlo acepté y me situé mirando en su dirección, parecía desorientada observando algunos dientes de león que se levantaban sobre el suelo mientras sus lágrimas goteaban rápidamente humedeciendo el algodón negro que llevaba por sudadera.

  -¿Ha dicho algo después de marcharme? Sé sincero por favor.- Colocó sus piernas y tronco con intención de mirarme a la cara.

   - Hizo el amago de alcanzarte pero me crucé en su camino, creí que necesitabas estar sola y él no sería capaz de encontrarte. Lo siento, quizás debí dejar que te siguiera.- Bajé la mirada asumiendo mi error y el posible enfado que este provocaría.

  - Gracias Joe.-Se abalanzó rápidamente sobre mi rodeando mi cuello con sus brazos, pasó todo tan rápido que perdí el equilibrio haciendo que ambos cayéramos al suelo abrazados, me miró fijamente a los ojos y cambió su peso de lugar quedándose a mi lado mientras transformaba las lágrimas en una sonora carcajada. Nos quedamos observando como la suave brisa mecía las pequeñas hojas que se sujetaban a las ramas de aquellos antiguos árboles giré mi cabeza para mirarla- ¿Qué piensas hacer ahora?

  - Creo que iré a mi casa, pondré la música a todo volumen mientras salto por la habitación, después cenaré y me quedaré dormida leyendo aplastada por el edredón.- Se apoyó sobre sus rodillas y cogió impulso para levantarse.- Vamos perezoso.- Sonrió felizmente a pesar de que sus ojos seguían rojos debido al largo tiempo llorando.- Me espera una tarde movida.

  - Te acompaño a tu casa.- me ofrecí mientras daba un salto para quedar de pie limpiando el césped que tenía pegado a las manos en la tela vaquera de mis pantalones. Cogimos las mochilas y empezamos a caminar mientras hablábamos sobre los exámenes de la semana siguiente.

  - Fin del trayecto, ha llegado a su destino.- Dije con voz robótica extendiendo mi brazo derecho invitándole a adentrarse en su jardín.

  - Gracias caballero- susurró entre risas emulando una reverencia.- Hasta mañana.- Levantó la mano dándome la espalda mientras luchaba porque la llave encajase en su cerradura. Empecé a andar en dirección contraria, tenía que continuar investigando.

     Narra Alice.

     Cerré la puerta dejando atrás el mundo exterior, tiré la mochila por el recibidor mientras me deslizaba hacia el suelo con mi espalda apoyada en la fría madera, me cubrí la cara con las manos notando mi respiración agitada y cómo las lágrimas ardientes luchaban por salir, empecé a sollozar y fue el principio de un llanto que no pude parar. Todas las imágenes comenzaron a pasar por mi cabeza.

<<-Luce, tengo que decirte una cosa.-Se sentó en la cama con las piernas cruzadas entre sí, levantó la cabeza y vi que estaba apunto de llorar.- A mi padre le han ofrecido un ascenso y ser socio de la empresa, creen que él podría dirigir la compañía a lo más alto del mundo del deporte.

  - ¿Y eso qué tiene de malo Dak? Tu padre tiene una oportunidad increíble y podréis llevar una vida muchísimo mejor.- al escuchar esto comenzó a llorar.- Dak para, mírame.- levanté su barbilla suavemente para poder establecer contacto visual.- Estoy aquí y siempre lo voy a estar pase lo que pase.

  - El problema es...- paró debido a la falta de aire que le provocaban los sollozos.-...que debemos mudarnos a París.- me quedé helada tras recibir esa información, fue como un fuerte puñetazo en el pecho.

Repetición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora