Me quiero morir

En başından başla
                                    

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Recojo la libreta que se le ha caído a la chica rubia que está todas las mañanas en el metro. Me siento otra vez y me pongo a ojearla, la casualidad va a hacer que pueda satisfacer mi curiosidad. Casi todas las veces que la he mirado estaba trabajando con un lápiz, con la lengua fuera en gesto de concentración, pero nunca llegué a saber si escribía o dibujaba. Es lo segundo. Tal y como voy pasando las hojas mi asombro va creciendo al reconocer que muchos dibujos son de mi cara. Estoy llegando ya a mi parada, así que guardo el bloc en mi mochila. Me quedo con las ganas de seguir mirándolo, la verdad es que saber que alguien se ha fijado en mí para dibujar hace que me sienta halagada. Agradezco la distracción, desde que pillé a mi novia con otra en la cama llevo dos días en la mierda. Lo sacrifiqué todo por estar con ella, creyendo que lo nuestro era una relación sin fisuras que iba a durar para siempre y ahora me doy cuenta de que estaba muy equivocada. Cuando a los 16 años les dije a mis padres que era bisexual se lo tomaron bien, parecía que no les importaba. Mis novios siempre fueron bien recibidos en casa, pero en el momento en que mi pareja fue una mujer todo cambió. Empezaron las broncas y los chantajes emocionales. Al final todo estalló en una gran discusión donde mis padres me dieron a elegir, dejar la relación o marcharme de casa. Y así es cómo acabé en Madrid, con 19 años, con unos míseros ahorros y teniendo que buscarme la vida.

De eso habían pasado ya 8 meses, ahora tenía trabajo y un piso enano de un dormitorio, porque no nos podíamos permitir alquilar nada mejor, al que llamar hogar. Era feliz porque me sentía libre, podía estar con ella y hacer mi vida sin ser juzgada. Hasta que la muy zorra lo mandó todo a la mierda poniéndome los cuernos.

Salgo de trabajar y no me apetece nada volver a casa. Lo que antes era un nidito de amor ahora me parece una jaula de castigo que tengo que compartir forzosamente. No sé si estará ella en el piso a estas horas, pero prefiero no arriesgar y me voy andando sin rumbo. Ayer ya hice lo mismo, hasta las tantas, y al regresar dormí en el sofá a pesar de que ella pasó la noche fuera. No soportaba la idea de estar en la cama donde me había roto el corazón.

Al cabo de unas horas, cuando mis piernas no dan para más y tengo los huesos calados de frío, busco una cafetería donde tomar algo caliente y sentarme un rato. Saco el bloc de mi mochila y lo observo con más detenimiento. Lo que parecen esbozos no están firmados, pero los dibujos terminados tienen un "Reche" en la zona inferior derecha. No sé cómo de importante será el cuaderno para ella, pero llevo intención de devolvérselo. Es lo que me gustaría que hubieran hecho conmigo cuando he perdido algo. Justo cuando ya iba a guardarlo veo que en la última página hay algo anotado, es un nombre y un número de teléfono. Pone Marta, pero no creo que sea su nombre de pila, porque nadie apuntaría su propio número de móvil así. Pienso en si debería ponerme en contacto o no con esta tal Marta e intentar que la rubia recupere el cuaderno lo antes posible. Al final decido probar suerte, total no tengo nada mejor que hacer. Saco mi móvil y marco el número.

- ¿Sí?- me responde una voz de chica joven.

- Hola, estoy intentando localizar a una chica llamada Reche. ¿La conoces?

- Sí, es colega de una amiga mía. ¿Y por qué la buscas? - me pregunta.

Definitivamente la chica es andaluza por el acento que tiene.

- Se le ha caído un cuaderno de dibujo esta mañana en el metro, y tu teléfono estaba apuntado ahí.

- Ah, vale. Pues yo podría dárselo sin problema.

- ¿Podrías quedar en un rato? - le pregunto.

Espero que me diga que sí para poder retrasar mi vuelta a casa lo máximo posible.

La chica del metro // AlbaliaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin