―Bien, te ayudaré. Ten mucho cuidado y no dejes de llamarme a diario, no quiero que te pase nada.

Dayanne suspiró, su madre le recitó de la A a la Z las veces que debía llamarla, lo que debía comer, etc, etc.

Nuestra chica no de otra más que seguir adelante, era su futuro el que dependía de ello. Tendría que aguantar un poco más a sus «amigables» compañeros de clase. Sobre todo el negro de Daiki que buscaba cada ocasión para hacerle una broma de las suyas.

(...) volvió a escuchar el sonido de mensaje en su celular. No paraba de recibir mensajes diciéndole que era una puta. Una buscona que quería meterse con todos los chicos. Advertencias de novias celosas. Y la mejor de todas, un grupito fan de Aomine la amenazaron con darle una paliza si se metía con la estrella del básquet.

―Como si no tuviera cosas mejores que hacer ―se dijo (...) abrazando sus piernas y apoyando la barbilla en sus rodillas. Estaba sola en su habitación, dentro de la bañera intentando calmar su cuerpo―. Tontas.

Estuvo en el agua hasta que los dedos de las manos se le pusieron como pasas arrugadas. Se visitó en silencio, lo que menos quería era molestar a su amorosa madre a mitad de la madrugada y ganarse unas cuantas cachetadas.

Se vio al espejo y suspiró al saber que debía ocultar ciertos golpes con maquillaje. Cosa que odiaba.

Media hora después ya no tenía ningún moretón. Buscó su uniforme y arregló su cama, entonces una luz parpadeante de su computadora le llamó la atención.

Abrió el escritorio y vio que en su bandeja de mensajes tenía correspondencia. Estuvo a punto de borrarlo pensando que era otro más del montón hasta que vio el remitente.

―¿Dayanne?

(...) no lo creyó hasta que leyó el mensaje. Bueno, testamento. Le dijo que no le costó mucho dar con su dirección de correo, quería hablarle sobre su padre quien la buscaba y que esperaba saber dónde estaba para ir a buscarla en persona. De ser su hija, por supuesto.

Algo se removió en el estómago de la chica. A pesar de los años que habían pasado su padre seguía estando allí, buscándola para sacarla de ese infierno de vida.

¿Qué debía hacer? ¿Marcharse sin mirar atrás? Pronto cumpliría la mayoría de edad así que ni siquiera su madre podría retenerla aunque quisiera. Ella se merecía una vida mejor, algo de felicidad después de tantos años de malos tratos y abusos.Estaba segura que si seguía por más tiempo así podría cometer alguna estupidez como intentar suicidarse o peor... volver a matar a alguien.

Le respondió comentándole dónde residía y poca cosa más y después terminó de alistarse.

La semana fue un infierno para (...), aparte de lidiar con sus problemas familiares que no eran pequeños su vida estudiantil se volvía cada día más pesada. Aomine no perdía tiempo ni oportunidad para dejarla en ridículo. Se volvió la fuente de las bromas de la clase entera, con excepción de Wakamatsu, Momoi y Ryō. Ellos tres intentaban acercarse a la chica pero ella siempre lograba evadirlos, desconfiada por la preocupación que mostraban por ella.

Era viernes y había clase de gimnasia. Cosa que (...) odiaba profundamente ya que tenía que cambiarse de ropa y hacer deporte. Algo muy malo para la chica ya que sufría grandes dolores de huesos y músculos. Cosa que ella lo asociaba a sus actividades diarias en casa, que no era el caso.

Estaba entrando al gimnasio cuando se dio cuenta de que solo estaba Aomine. Bendita su suerte.

―¿Qué pasa, gafitas?

―No estoy para tus bromas.

Aomine alzó una ceja, pues era la primera vez que la chica le contestaba a algo que él preguntaba. No sabía bien porque pero le gustaba molestarla, sacarla de sus casillas. Lo veía como una forma de pasar el rato, más no sabía el dolor que le causaba.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Oct 02, 2023 ⏰

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