Alan está seguro de un par de cosas: quiere un año normal, no se quiere enamorar y, también, de que alguien lo ha estado intentando asesinar.
✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐
M O O N L I G H T
Alan Thompson...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
ALAN THOMPSON
«Uno nunca termina de conocer a las personas» dijo una vez mi abue y ese año encontré el significado. Por favor, no desesperes, hoy decidido contar la historia de cómo terminé escribiendo entre cuatro blancas paredes. Sólo lee y disfruta de mi dolor.
Tal vez todo comenzó en aquella fiesta.
Escapé de las garras de Nina, mi mejor amiga, quien se había puesto en la misión de hacer que mis piernas se quebraran cual astilla en la pista de baile. Lástima, bailar no me gustaba y se me daba fatal, era común que terminara pisando a mi pareja. Vi la oportunidad perfecta de escaparme cuando la invitaron a bailar.
Estaba fuera del colegio y me apoyaba en una pared. Navegué por las redes sociales un segundo. Había un anuncio de una chica desparecida y, aunque muchos rumores sobre su posible escape con su novio recorrieron los pasillos del colegio, sus padres llevaban días en espera de una noticia de su paradero. La siguiente publicación era un grotesco meme en el que se hacía burla a un chico gay; lo reporté. Seguro que ese chico lo pasaba mal con esas fotos.
Guardé mi teléfono y miré a mi alrededor. Había estudiantes que vomitaban en los arbustos, un grupo de chicas fumando y una pareja en plena discusión. Sólo miré que Dylan le detenía las manos a Sonia. Ella gritó para que la soltara. Dylan me miró, sus cachetes se pusieron colorados y la liberó. Desvié la mirada.
Hubo un motivo para estar ahí: Santiago, mi pareja de aquel entonces, me había escrito y había pedido vernos. Para ser sincero, yo estaba cansado de nuestro juego de "escóndete-que-nos-ven". Me daba dolor de cabeza el estar por aquí besándonos y por allá fingiendo ser simples conocidos. El estar con él me estaba encadenando a una mentira más. No es justo que se esconda el amor... ¿O sí?
—¿Qué haces por acá? —preguntó Luis, un compañero que pasaba por ahí.
¡Y ahí estaba el problema! No podía decir con simpleza que esperaba a mi novio.
—Escapé de esa tortura.
—Vamos, en la esquina tengo mi auto. Así te escapas de la fiesta y nos vamos a tomar una cerveza. —La invitación estaba más que buena, sin embargo, no podía posponer las cosas; tenía que quedarme a terminar con Santiago. Además, no arriesgaría mi vida con alguien tan borracho al volante.
Insistió demasiado, así que le dije que tenía que ir a buscar mi móvil y me iría con él. Él quiso acompañarme, pero lo perdí de vista en un pasillo donde se quedó porque quería vomitar. Di vueltas por todos lados y, por último, me adentré en los baños.
Seguí esperando a Santiago, le envié un mensaje para hacerle saber mi ubicación. Ese chico que había aparecido en mi vida en medio de una decepción y desde ese momento empezamos a salir, claro, sin que nadie lo supiera. Pero me había estado cansando de esconderme y de hacerme el tonto, ya no sabía qué esperar con ese encuentro.
