Capítulo 1

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Mi pecho subía y bajaba con rapidez a pesar de que en ese momento no me encontraba corriendo. Lo único que podía escuchar era mi agitada respiración junto con la de mis compañeros, inquietos por la misión que traíamos entre manos. El pequeño muro que teníamos delante nos resguardaba de cualquier avistamiento indeseado, protegiéndonos hasta que llegara el momento justo de correr. Era de noche, tarde, alguna que otra luz brillando en los interiores del campamento. Ya habíamos conseguido lo más complicado, que era pasar las murallas y las torres de vigilancia, pero todo el mundo sabía que el momento más fácil era en el cambio de turno. Además, esa operación sería mucho más complicada si hubiésemos sido un escuadrón de cien, doscientas personas; no seis como éramos ahora. Sabía que el momento de levantarnos se acercaba mientras la adrenalina me recorría el cuerpo incansablemente.
Nunca había salido de mi campamento, mucho menos estar en otro. Por lo tanto, el término "asustada" se me quedaba corto. Sin embargo, sabía perfectamente cómo mantener la cabeza fría y concentrarme en lo que tenía que hacer. Tenía que hacerlo bien fuese como fuese.
Sam, el soldado que estaba al mando entre nosotros, nos hizo una señal para que nos pusiésemos en movimiento. Rápidamente, me levanté de la tierra y eché a correr hacia la fachada del edificio que teníamos enfrente. Apoyé la espalda contra la pared y me aseguré de que nadie nos había visto, la oscuridad nos camuflaba a la perfección. Lentamente, nos aproximamos a la puerta que definiría el resto del plan. Cuando me dispuse a poner un pie en el interior del largo corredor, el fuerte brazo de Sam me detuvo.

-Ya sabes lo que tienes que hacer.- me dijo bruscamente.

Lo miré, un escalofrío recorriéndome el cuerpo, y asentí tragando saliva.

-Tienes dos minutos para desactivar la primera cámara hasta que salte la alarma y vayan a por ti.- me repitió por enésima vez.- Instala los micros y corre.- Te estaremos esperando en el ala este.

Volví a asentir, respirando profundamente. Sujeté con fuerza la mochila donde llevaba todo lo que necesitaba. Podía hacerlo.

Sam me señaló con la cabeza que era mi hora de irme y obedecí al instante. Traté de ser lo más silenciosa posible recorriendo el pasillo, pero la suela de mis botas resonaban con el suelo sonoramente. Avisté la cámara cerca de donde me encontraba, apuntándome de lleno. Con todas las cámaras que había instaladas por todo el campamento, confiaba en que quien estuviese de vigilancia no encontrara nada raro en alguien caminando por un pasillo. Sin más dilación, saqué un destornillador de la mochila y me coloqué bajo la cámara, evitando que pudiese grabarme. Las manos me temblaban considerablemente pero las controlé lo mejor que pude para abrir la base de la cámara. Cuidadosamente, separé la carcasa de los cables dejando a la vista distintos colores trenzados. Rápida y limpiamente, corté los necesarios e hice un par de puentes entre ellos, esperando que la imagen en la zona de control se hubiese congelado tras aquello.

Dos minutos y saltaría la alarma.

Saqué los micros inalámbricos de la mochila y corrí por el pasillo, pegándolos a las paredes, entre tabiques y columnas. Sabía que las habitaciones al final del pasillo correspondían a las oficinas de los superiores del campamento, las cuales eran el motivo por el que colocar los micros allí. Los instalé con rapidez, dejando el pasillo a simple vista tal y como estaba. Seguidamente, entré en una de las oficinas, rezando porque estuviese vacía. Así era. Todo estaba en orden, un ordenador esperándome sobre el escritorio. Rápidamente, lo encendí y tecleé tan rápido como pude. Códigos y letras aparecieron en la pantalla, mientras que yo continuaba, sabiendo de memoria qué hacer. Lo único que faltaba era activar las señales de los micros de forma que pudieran recibirlas en la base. De repente, la alarma sonó. Luces rojas y un violento zumbido golpeaban la habitación.

Mierda.

Me volví a colocar la mochila y me di la vuelta para salir de allí, tras haber apagado el ordenador, dejando el trabajo a medio hacer. Un incesante y ensordecedor sonido se hizo paso entre los pasillos del edificio. Podía sentir el corazón golpeando mi pecho, nublando mi mente por completo. Salí corriendo sin importarme quién me viese, algo bastante imprudente pero el pánico pudo conmigo. Sentía la pistola que me habían dado golpeándome el muslo a cada zancada que daba y la agarré por seguridad.

Gunshot [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora