"Siempre que te dicen que no se puede es cuando más se quiere"

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Pensaba que por los preparativos del matrimonio y todo el estrés que esto conlleva se me habría manifestado la famosa gastritis, dolor que hizo asistir al médico en varias ocasiones dando falsos diagnósticos y no fue hasta que apareció la sangre que atendieron de manera "adecuada". No era gastritis, eran cálculos en los riñones.

Llega la fecha del matrimonio, un día espectacular, no podía salir mejor, tal cual se había planeado.

Pasa el tiempo y cómo es común en este lugar del mundo, la cita para el examen fue varias semanas después donde ya no encontraron los cálculos sino un tumor de tamaño considerable en un ovario, se resolvía el enigma del dolor ocasional al caminar.

Cuando el médico revisa los exámenes inmediatamente da la orden de cirugía para extirpar dicha masa principalmente para analizarla si su origen es maligno.

Llega el día, entro asustada a la sala de cirugía, pero afortunadamente la anestesia hace lo debido rápidamente, sin imaginarme que el trabajo y la angustia la padecerían los que seguían despiertos. El cirujano inicia la intervención y se da cuenta que todos los órganos se encuentran en posiciones inadecuadas por el espacio que ocupaba el tumor, útero torcido y la desaparición del otro ovario, la situación no era la más positiva. Inician la extracción de la masa encontrando que su tamaño es casi cómo un aguacate y lleno de bastante material inesperado.

En el postoperatorio el médico me informa que en la cirugía al extraer la masa también se extrajo gran parte del ovario, y solo dentro de un año se podría ver que tanto se afectó, por tanto, la posibilidad de tener hijos se reducía y se reducía mucho, manifestando que posiblemente no se podría engendrar o con cuidados rigurosos, quizás en cinco años lo lograría.

Esta noticia fue fuerte, en ese momento entendí la frase "siempre que te dicen que no se puede, es cuando más se quiere". Dolió mucho, se anhelo demasiado, aún más el no tener ni un año de matrimonio.

Pasaron varios meses y me hacía a la idea, sin embargo, el anhelo seguía y me imaginaba cómo sería ese ser que posiblemente habría sido mi hijo.

El cuerpo cambiaba, se adaptaba a la ausencia de una de sus partes y estaba algo perturbado, y mis cuentas cada vez más perdidas, pero con la ilusión de que esas palabras del médico no fueran ciertas.

Cinco meses después de la intervención enfermé. El cuerpo no era el mismo. Parecía que no se estaba de acuerdo con algo en sus entrañas. Muy indispuesta seguía con la esperanza y... así fue, después de tantas negativas y pocas posibilidades surgió un milagro, ese ser surgió de entre las dificultades, floreció la esperanza.

Me aferré a esa vida hermosa que cambió la mía por completo y que ahora doy gracias al infinito que el milagro se diera en mi ser.  

El MilagroWhere stories live. Discover now