Capítulo 2

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(Liam)


Servimos los platos en la mesa para los tres y nos sentamos para comer.

La chica no despego los ojos del plato. Estaba nerviosa.

-¿Puedes comer sola o te ayudo? –pregunte al ver que no comía.

Levanto los ojos hacia nosotros como preguntándonos si ese era su plato.

-Come –dijo Ethan.

Ella agarro el plato y se levantó de la silla y se sentó en el suelo a mi lado empezando a comer el puré con las manos.

-Puedes comer en la silla.

Ella me ignoro y siguió comiendo, más bien engullendo, ya que comía muy deprisa.

-¿Qué le pasa? –me pregunto Ethan.

-No lo sé.

-Se está comportando como un perro.

-Ya lo veo, pero ya le he dicho que puede comer en la silla pero no quiere.

Acabo el plato en dos minutos y cuando acabo se quedó ahí mirando el plato.

-¿Quieres más? –pregunto Ethan.

Levanto la cabeza rápidamente mirándolo como si hubiera dicho algo alucinante.

-Me tomare eso como un si –se contestó solo.

Le sirvió otro plato y se lo llevo hasta ella.

-Toma.

Ella lo acepto y espero a que Ethan se sentara para empezar a engullir otra vez.

En cuanto acabamos de comer, Ethan la llevo a mi cuarto a tumbarla en la cama para que durmiera, mientras yo fregaba los platos.

-Ya se ha dormido –dijo Ethan.

-¿Esta bien?

-Sí, bueno se ha puesto muy nerviosa cuando la he subido a la cama, incluso ha intentado tirarse al suelo, no le he dejado, pero al ver que la tapaba y no hacía nada más se ha relajado. Se comporta como un perro.

-Necesita calmarse y relajarse para poder estar a gusto aquí y poder recomponerse.

-Está muy mal. Se le nota todos los huesos.

-Lo sé, espero que podamos hacer algo por ella.

-Como se ha despertado y si sigue comiendo igual que ahora, creo que si se pondrá bien.

-Eso espero hermano, eso espero.

Tenía mucha curiosidad por saber cómo había llegado a ese punto en su vida ¿Cómo se llama? ¿Cómo había llegado ahí? ¿Por qué estaba atada como un perro? ¿Quién le había pegado? ¿Por qué la había abandonado en mitad del bosque? ¿Era muda? Eso último se lo tenía que preguntar así por lo menos no me sentiría muy idiota al no recibir respuesta.

Son preguntas que se iban acumulando en mi cabeza, demasiadas preguntas, y que esperaba que me respondiera. Por lo menos sabíamos que nos entendía, eso era una ventaja.

-¿Crees que es muda? –pregunte a mi hermano.

-Puede ser, pero creo que nos lo habría hecho saber.

-¿Cómo? –pregunte con curiosidad.

-Pues por gestos, yo que sé, no soy adivino.

-Vale, vale.

-Voy a bajar al pueblo a la comisaria a ver si necesitan ayuda, de paso echare un ojo al tablón de desaparecidos a ver si la veo a ella.

-Vale, si esta me avisas y si no está igualmente no digas que está aquí, no sabemos quién puede reclamarla –dije poniéndome serio de golpe.

-De acuerdo –dijo antes de despedirse e irse.

Nosotros solemos estar en frecuente contacto con la policía local por si podíamos ayudar con los rescates y búsquedas de desconocidos. Nos gusta ayudar a los demás y además somos los únicos, aparte de la policía, con algo de experiencia como rastreadores. No es que seamos profesionales pero nos conocemos este lugar como la palma de nuestra mano.

Sobre todo ahora que era invierno solemos estar más atentos porque los niños se sentían aventureros y subían a las montañas nevadas a jugar y acaban perdidos aun con todas las advertencias que había, que ellos pasan de las normas olímpicamente y más de uno se ha llevado un buen susto.

No quería que Ethan hablara con los policías para no atraer a la gente que la había dejado así y menos que la reclamara para poder seguir tratándola así o volver a abandonarla en esas condiciones inhumanas. No hacía falta poner en alerta al pueblo.

Después de fregar me fui fuera a cortar leña para poder encender la chimenea y corte de más para calmar mi frustración y mis ganas de pegar a alguien por atreverse a dejar a una pobre chica de esa asquerosa manera.

Estaba sudando por el esfuerzo cuando sonó mi teléfono. Era un mensaje de Ethan que decía que no había información de la chica en la comisaria. Eso me tranquilizo.

Fui a mi habitación, ella estaba durmiendo, parecía estar bien así que intente no hacer ruido mientras cogía ropa para cambiarme y me fui al baño para poder tomar una ducha.

En cuanto acabe volví al cuarto y me acerque a la chica, le toque mejilla para ver si estaba bien, tenía buena temperatura.

De repente me cogió de la muñeca para que no la pudiera mover cuando iba a retirar mi mano.

-¿Te encuentras bien? –pregunte al ver que estaba despierta.

Ella asintió pero no dejo mi muñeca.

-¿Quieres algo? –pregunte señalándole mi muñeca.

Como si se hubiera sorprendido por sus actos me soltó rápidamente y se destapo con la intención de salir de la cama pero se lo impedí cogiéndola por los hombros y volviéndola a tumbar.

-Tranquila descansa, no te voy a hacer nada.

Me miro con desconfianza.

-Solo quería comprobar que estabas bien, pero ya me voy al sofá, tú quédate aquí. Y si necesitas cualquier cosa me avisas.

Iba a ir hacia la puerta hasta que me interrumpió cogiéndome de la parte de atrás de la camiseta.

-¿Qué pasa? –dije suavemente volviéndome.

Palmeo la cama y me hizo sitio. Me estaba invitando a dormir con ella.

-¿Estas segura? No quiero incomodar tu descanso.

Ella asintió e insistió palmeando la cama.

-Vale, si cambias de opinión dímelo ¿Vale?

Me tumbe en la cama boca arriba mientras que ella se fue al otro extremo de la cama durmiendo de lado dándome la espalda.

Al principio podía notar como su respiración era irregular por los nervios pero poco a poco se fue calmando hasta que se durmió y yo le seguí.

AtadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora