Capítulo 11: Vals Escarlata

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Le tendió su mano estando de rodillas, invitándolo a bailar. Kurapika sonrió enamorado y gustoso acepto.








Se preguntó por qué su joven estaba afuera. Aquel chico esbelto y cabellos dorados con el contraste de un par de preciosos labios rojos. No entendía que hacia él, tan candente como el fuego en una intermedie gélida.
En cuanto lo vio llegar a la fiesta, el chico de oro lo atrapó como si de un pez se tratase, se sintió preso por la impotencia elegante y delicada del joven. Nunca pudo separar sus ojos de él, le fascinaba verlo platicar con las personas y reír con los chistes de ellas, verlo caminar y comer. A su criterio el chico dorado era todo un galán, todo un hombre que enamora con verlo un par segundos frente a uno, mejor dicho en una centésima te enamora. Le cautivo, lo enamoró, por ende, él mismo decidió que sería suyo esa noche.

Pero... Solo una vez lo perdió de vista.

Fue en el tiempo que el joven término de platicar con un grupo de jóvenes y se dirigió a otra parte. Por el alboroto de la nueva pieza de baile no pudo seguirlo perdiéndolo de su margen e ignorante de su paradero, trato de encontrarlo pero la gente se lo impedía inconscientemente. Buscó por los rincones y no había rastro de su joven dorado.

Angustiado camino a la mesa de postres, encontrando a su padre cercas del lugar, este le llamó en cuanto lo divisó. Junto al hombre mayor se encontraba una chica de cabello negro y muy ondulado. Por un momento le desagrado la apariencia de la chica, era claro que ni la más bella mujer se comparaba con su bello chico dorado.
Sonrió por cortesía y se presentó amablemente, su padre conmovido por su buen comportamiento le obligo a que la pelinegra lo acompañase toda esa noche.

Justo cuando ya empezaba a cuestionarse su preferencia sexual, le ponen a una mujer en su nariz para volverle a recodar su heterosexualidad.

Irónico.

La mujer en solo un par de minutos le empezaba a hartar. La chica le propuso salir a un momento a solas y el sin otra opción que decir acepto. Fue entonces que ahí lo encontró, al fin pudo volver a ver a su bello joven dorado en su traje negro y resplandeciente piel. Se maravilló a la idea de tener más esperanza y hacerlo suyo la misma noche. Se preguntó que hacia su bella flor a las afueras de la sala. Sabiendo que la temperatura a cada centésima el ambiente se volvía gélido. Hasta que se dio cuenta que su flor no estaba sola. Un insecto asqueroso de un horrible color negro le molestaba. Enrabiado, salió deprisa de la sala, olvidando que una joven lo acompañaba y le seguía en cuanto lo vio salir.

- Kurapika...

-¡Mi bello joven!-Le interrumpió a Kuroro.

La pareja sorprendida, observó como un chico de estatura alta y cabellera castaña se acercaba a ellos con un aura furiosa y llena de ira.

Kurapika y ni siquiera Kuroro pudieron reaccionar cuando el joven castaño arrebato del mayor a Kurapika de su mano. Quedaron impactados por la acción de otro que ni por ser buenos en las técnicas de combate y reflejos pudieron llegar a detenerlo. "¿Pero qué está pasando aquí?" Se preguntaron ambos.

-Oh mi bello joven dorado. Lo he rescatado de este insecto que lo molestaba. -Dijo mientras lo protegía abrazándolo por su espalda.

-Disculpa, te has equivocado de persona. -Dijo Kurapika.

-No mi chico dorado.-Lo estrujó más en el abrazo.

Kuroro frunció el ceño, claramente molesto al presenciar una escena de su desagrado. Muy desagrado a su gusto. No permitiría más tiempo aquello.

-Disculpa pero este joven ya tiene compañía, por lo tanto, suéltalo y vete de aquí. -Ni ocultó sus celos.

Kurapika entendió el tono del mayor que en cualquier segundo su novio podría perder el control y atacaría a matar al castaño. No, no lo permitiría en su presencia. Ya era momento de quitarse al oso castaño que lo abrazaba, mas aparte que lo empezaba a asquear la idea que otro hombre que no fuera Kuroro lo tocara.

No Te Alejes De Mi (Kuroro X Kurapika)  -Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora