Capítulo 1.

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¿Sabéis aquella sensación en la que el silencio se convierte en una sensación de paz, tranquilidad y bienestar pero que también puede convertirse en soledad, tensión y angustia? Pues hace dos meses ya que en mi casa se vive de la segunda manera, un silencio infinito e incómodo, cada vez más intenso, hasta llegar a sentir que te consumía, y todo porque mi padre nos abandonó al empezar el verano.

Estaba claro que no podíamos seguir en aquella situación, sabía que era duro pero actuar como estábamos actuando no lo hacía más fácil sino que tenía el efecto contrario. Así que decidí de una vez por todas hablar con mi madre y mi hermana, que había dejado la universidad por un tiempo para ayudar a mi madre, sobre el tema tabú que nos había llevado a no dirigirnos la palabra a no ser que tuviéramos que tratar un asunto que nos pareciera del todo importante. Estaba cansada de mantenerme callada y encerrada en mi habitación y salí de ella decidida a hablar de ello.

-Emm... - comencé diciendo al llegar a la cocina sin estar segura de lo que iba a decir a continuación - yo... yo querría...

Entonces fue cuando mi hermana me cortó para ayudarme a acabar la frase que había empezado pero que no sabía que palabras usar para terminarla con delicadeza.

-Hablar sobre papá.- dijo casi como leyéndome el pensamiento y mirándome directamente a los ojos -Lo sé, Mia. Pero no creo que mamá esté preparada aún para eso.- prosiguió volviéndose a meter en la boca una cucharada de cereales con leche.

-Pero creo que necesitamos hablar de ello para avanzar, Zoe. No podemos seguir así. - le contesté a la vez que cogía una silla de la cocina y me sentaba a su lado.

-¿Así cómo? ¿A qué te refieres?- dijo mirándome esta vez de manera incrédula.

-Pues así o ¿es que no lo ves?- volví a repetirle sonando un poco molesta por no haberlo entendido, pero como veía que no lo acababa de pillar, añadí: - Me refiero a este silencio. No lo aguanto más. Siento como si al marcharse papá, mamá también lo hubiera hecho. Y tú, ... - me callé antes de decirle algo que no le gustaría oír y de acabar mal una de las pocas y cortas conversaciones que había tenido en todo el último mes.

-¿Y yo qué?

-Nada, nada. - le dije levantándome de la silla y dejándola de nuevo en su sitio, dispuesta a marcharme antes de cagarla.

-No no Mia. Ya que quieres hablar, hablemos.

Tragué saliva y volví a sentarme con algo de miedo. Pero si no lo soltaba iba a reventar y cuando lo hacía, todo solía acabar peor.

Mientras ella seguía llevándose a la boca sus cereales favoritos bañados en miel, yo le explicaba cómo me hacía sentir todo aquello y le propuse una solución, quizás demasiado precipitada al ver la cara que se le quedó después de sugerirlo. Le faltó poco para escupir al bol todo lo que acababa de meterse en la boca. Esta vez ya no estaba ni enfadada ni molesta sino que más bien sorprendida.

Se volvió a hacer silencio después de que acabara de confesar todo lo que me había dado tiempo a pensar durante esos meses aislada. Pero no tardó mucho en responderme o eso me pareció a mí, ya que me había acostumbrado a escuchar ese maldito silencio.

-Vaya,... - me soltó y se tomó un par de segundos para continuar. -Siento mucho todo esto, Mia. Tienes toda la razón. No creo que esto sea bueno para ninguna de las tres, porque en vez de estar más unidas nos hemos alejado sin darnos cuenta de que nos necesitamos las unas a las otras para superarlo. - se tomó otro descanso, esta vez más corto que el anterior -Creo que la idea de mudarnos es buena. De verdad. Un cambio de aires nos vendrá bien.- me dijo al ver mi cara de: ¿me lo estás diciendo en serio? Porque no me lo creo. -Hablaré del plan con mamá, ¿vale? Y en cuanto obtenga su respuesta te la diré.

Aún no me podía creer que le pareciese bien mi plan para empezar de nuevo, ya que, es lo que hizo mi padre al comienzo de verano y sin contar con nosotras, sobre todo sin contar conmigo. Él y yo eramos inseparables o eso creía desde que era pequeña, siempre teníamos esa complicidad que cualquier padre quiere tener con sus hijos. A los dos nos gustaban las mismas cosas, deportes, comida, ... Y lo que más nos gustaba era pasar rato el uno con el otro. Así que, si alguien tenía que estar enfadada y triste, esa tenía que ser yo, porque con mi madre las cosas no iban del todo bien y bueno, con mi hermana no mantenía la misma relación que conmigo.



Enfrente del objetivo.Where stories live. Discover now