El cruce de palabras con Eleazar fue momentáneo, pero había sido suficiente para que supiera que por nada del mundo iba a dejar que algo el sucediera a él, inclusive la idea de casarse no le parecía para nada una tortura.

Para Leo en cambio, el tener que compartir con Barbara cada día era un completo tormento. La actitud de ella ni siquiera era la de antes, ahora solía ser más egoísta e imprudente, se la pasaba haciendo comentarios despectivos y eso únicamente ocasionaba más conflictos. Su tema favorito era Emily, parecía que no le bastaba estar esperando un bebé; ella deseaba arrancar el recuerdo de Em del corazón de Leo, algo demasiado difícil.

—Me gustaría saber qué ha pasado contigo —comentaba Layo.

Se había sentado en una silla a la par de Leo, mientras desde la terraza observaban la oscuridad de la montaña que atravesaba el pueblo.

—Me gustaría saber qué es lo que te trae por acá, ya es tarde —respondió.

Volvía a su timbre de voz fuerte.

—Necesito saber por qué mi hermano ya no se interesa por nada.

—No estoy de ánimos.

—Nunca estás de ánimos Leo.

—¿Y entonces por qué preguntas?

—Por lo solitario que te has vuelo, prácticamente no queda nada de mi hermano.

—Es claro que ya no soy el mismo Layo. Por más que quiera ya no puedo seguir siendo el tonto, que hacía y deshacía a su antojo, que se tomaba la vida sin responsabilidades a pesar de todas las cosas que tenía encima. ¿Pero sabes qué es lo peor? —preguntó.

Su tono todo el tiempo había sido de decepción y dolor.

—Que lo estoy aprendiendo de la peor manera, por que esa criatura que viene en camino no tiene la culpa de tener un padre como yo. Y aunque lo amo, no puedo amar a su madre y por ello lo estoy condenando desde un principio a un mal hogar y ni siquiera sé si voy a poder ser un buen padre.

—Créeme que no eres el único con esos miedos.

—No es lo mismo.

—Quizás.

—Tú amas a Lara.

—Sí, y justo por eso me da miedo todo. Al amarla soy más vulnerable, tengo un punto débil. Las cosas en algún momento con Mouro van a estallar y ya no estoy seguro de que Pájaro vaya a podernos ayudar. Mi hija desde ahora está destinada a una vida de persecución ¿Crees que es agradable para mí? ¿Qué va a pasar cuando vaya a la escuela y le pregunten quién es su papá?

Las lágrimas fueron incontrolables. Era difícil para ambos voltear a ver a su alrededor y darse cuenta que su realidad era muy diferente a la que deseaban. Por muy hombres que fueran, tenían sentimientos y eso era lo que demostraban en ese momento.

—¿Van a cenar algo? —preguntaba Lara.

Su estomago ya se comenzaba a notar bastante.

—No, yo no. Comí algo en el taller —respondió Leo.

—Yo voy ahora mismo —agregó Layo y levantándose de dónde estaban sentados entró a la casa.

El reloj marcaba poco más de la medianoche, no había nada que lograra que Eleazar pudiera dormir, era la primera vez en tanto tiempo en el que por más que trataba dormir, simplemente no lo lograba.

Sabía que si bien, en ese momento todo estaba tranquilo era de una simple decisión para que las cosas cambiaran.

Daba vuelta tras vuelta en su cama mientras un huracán de pensamientos lo atormentaba. Solamente él conocía lo complicado de la situación, ni siquiera los Burgo podían imaginarse por la tormenta que se estaba enfrentando; y aunque las aguas se veían tranquilas para nada estaban así.

Huracán ✔️Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon