¿Un nuevo comienzo?

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—Romeo a tus dos en punto.

Las palabras de Sam llegan a oídos de Steve de la nada y éste pone los ojos en blanco, como todos los días. No hay nada que Sam Wilson al parecer disfrute más que atormentarlo inventando nuevos apodos para el hombre que acaba de entrar por la puerta del café. Sabe que lo incomoda su presencia.

Tras fulminar a su amigo, Steve continúa secando tazas, murmurando entre dientes:

—Deja de ponerle nombres, sólo es un cliente más...

—Dudo que él aprecie esa valoración... —Sam contesta —¡Y mira! Trae un nuevo par de gafas de sol hoy, alguien intenta impresionar.

—Ya cállate.

Sam ríe entre dientes y se aleja por fin, dejando a Steve solo para atender al recién llegado.

Anthony Stark es su nombre. Treinta y tantos años, arrogante y conversador, su look moderno y refinado grita "dinero" por doquier. Steve no deja de sorprenderse cada vez que lo ve aparecer con un traje nuevo; parece como si el tipo fuese alérgico a repetir un mismo atuendo dos días seguidos. Y eso sin mencionar su colección de exóticos relojes de muñeca, o -como Sam acababa de señalar- sus gafas de sol. Steve podría apostar que su departamento entero cabría en el guardarropas del adinerado empresario sin dificultades.

Anthony se acerca a la barra con paso seguro y observa la pizarra del menú, igual que todos los días. Y, como todos los días, una mueca se dibuja en sus labios a los pocos segundos.

Steve suspira para sus adentros: Ya sabe lo que eso significa. Con el cuerpo en tensión, continúa limpiando su estación de trabajo mientras aguarda que el recién llegado se quite las gafas de color y le regale su más deslumbrante sonrisa... justo así.

Después de tantos meses de repetir la misma rutina a diario, ya no cabe posibilidad de error.

—Entonces... —El hombre pregunta de la nada. —¿No se supone que "latte" es una forma elegante de llamar al café con leche?

—Ya hemos tenido esta conversación —Steve replica, paciente. —Y sí, lo es. ¿Por qué...?

—Entonces ¿a quién se le ocurre llamar "Chai latte" a un té con leche? Cualquiera pensaría que se trata de una mezcla de té y café con leche--

—Es sólo un nombre... —Steve suspira, pero su interlocutor continúa como si nada.

—Una mezcla muy poco feliz, si me lo preguntas a mí. 

Steve sonríe por fin, resignado. Cuando Anthony Stark comienza a divagar sobre el mal funcionamiento del mundo que lo rodea, no hay forma de detenerlo. Éste lo observa de reojo y la comisura de sus labios se eleva sutilmente. Parece complacido.

—¿Lo ves? Hasta tú te ríes. —Agrega, petulante. —Sería lo mismo que nombrar a algo hamburguesa cuando lo que sirves es un hot dog.

—¿Va a ordenar algo, señor Stark?

—Vaya, ¿hace más frío que lo usual hoy? Tal vez debí ponerme un sobretodo... Bien, Rogers, si insistes en que no hay nada sospechoso en su composición, tomaré un dichoso "chai latte" hoy. 

—Muy bien, ¿algo más? —El muchacho pregunta mientras marca el pedido en la pantalla de su caja registradora. Stark sonríe.

—Bueno, no me quejaré si quieres darme tu teléfono...

—Me refiero a la comida.

—Uno puede soñar. —Murmura encogiéndose de hombros. —Entonces dame uno de esos rollos de diabetes espolvoreados con canela, ¿quieres? Necesito algo para endulzar mi mañana. Y, ¿Steve...?

Tres (no) son multitud - Stuckony AUWhere stories live. Discover now