-Por qué no mejor nos centramos en algo más positivo y hoy hacemos la prueba, a ver que tal lo vas manejando –Dijo Violeta con un ánimo renovado.

-Pero tu sabes que yo no soy Ross, no se qué tanto podré controlarme –Contestó ella insegura.

-Sé que lo harás bien, eres su tía jamás lastimarías a mis hijos lo sé –Violeta se paró de la mesa y arrastró con ella a Jenna cruzando la habitación hasta donde se encontraba Anette y la cargó en sus brazos para mirar a su cuñada, le sonrió y le entregó a la niña a lo que Jenna la recibió con temor y alegría al mismo tiempo.

Podía sentir el olor a su dulce sangre y por momentos pasaron flashes de su pasado cuando solía beber la sangre de los niños, pero rápidamente volvió a la realidad y miró a la criatura que tenía en sus brazos y se sintió asqueada consigo misma e incapaz de poder hacerle daño, esa niña también era un pedacito de Ross, era la sobrina de su todo por sangre y sería incapaz de lastimarla, porque lo estaría lastimando a él y a Violeta quien se había convertido en una excelente amiga, además estaría lastimando también al hijo de su mejor amigo, una vez comprendido todo aquello estrujó a la criatura entre sus brazos y contra su pecho sintiendo como le latía el corazón, se sintió alegrada y atontada al mismo tiempo, un poco drogada al sentir tan diminuta vida y se juró proteger no solo a ella, sino también a Klauss cuando sus padres ya no estuvieran, serían los hijos que ella nunca podría darle a su esposo.

-Yo…yo lo estoy logrando, yo lo estoy haciendo Violeta –Jenna derramó una pequeña lágrima de felicidad y estrechaba aún más a la niña.

-Lo sé cuñada… por eso serás su madrina y si algo nos pasa tu y Ross se quedan a cargo de los niños –Le dijo Violeta con total convicción.

-Hey, no lo digas como si te fuera a pasar algo –Advirtió Jenna.

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Este era un día especial para todos en la casa, hoy los mellizos cumplían 5 años y al fin podrían entrar al Kinder y hacer amigos que no fueran su familia, esa rara y disfuncional familia que poco a poco habían aprendido a entender y a querer, pero había ese toque de silencio y soledad que recargaba la casa y que se había presente ahora más que nunca sobre todo por la inteligencia de los niños y su capacidad para expresarse.

-Feliz cumpleaños!!! –Gritaron todos entrando a la habitación de los hermanos a primera hora de la mañana con una torta entre las manos, ellos despertaron de un salto y como si hubieran ensayado sus actos se sacudieron el rostro y después los ojos para estirar los brazos y dar un bostezo y después una sonrisa a toda su familia, sus gestos aun eran idénticos y si no fuera por el color de su pelo y porque Anette tenía los labios carnosos y Klauss una fina línea eran idénticos y podrían confundirse fácilmente.

-Gracias –Dijeron a la vez mirando a su familia con alegría, sabían que en una semana entrarían al colegio y conocerían más niños, eso es lo que les habían contado a pesar de que ya sabían muchas cosas que sobre todo Evan les enseñaba y les leía, ya sabían contar y las letras, su mamá mientras tanto los entretenía bailando para ellos y los niños adoraban verla ensayar en su estudio.

-Qué quieren de cumpleaños chicos? –Preguntó Ross a sus sobrinos

No hay tiempo III: Esperaré...Hasta que te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora