I. Muerte

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Terminología importante en este capítulo:

» tonelero: un hombre experto en la fabricación y mantenimiento de barriles.
» grumete: persona que ayuda a la tripulación en un barco.

El cielo era azul brillante. El sol calentaba en la tierra, pero eso no podía vencer el calor del fuego que ardía detrás de Louis, destruyendo el barco en el que estaba preso hace apenas unos minutos. El fuego crepitaba, el aire olía a humo y un poco a carne quemada, dominando la sal del mar.

Las muñecas de Louis dolían por estar atadas juntas detrás de su espalda con una cuerda gruesa. Le dolían las rodillas por haber sido forzado a arrodillarse sobre la madera áspera del barco. Era uno de los muchos otros que fueron sacados del barco, alineados en una larga fila. Estaban rodeados por la tripulación que los había capturado, cada uno observándolos con expresiones similares: fríos, indiferentes, juzgandolos como si fueran menos que ellos. Un hombre, obviamente su capitán, iba de prisionero a prisionero, haciéndoles las mismas preguntas, dándoles diferentes destinos dependiendo de las respuestas que recibía. Solo había dos hombres hasta que llegara a Louis.

"¿Nombre?" Preguntó la voz ronca y baja. Había desinterés en su tono, como si lo hubiera hecho demasiadas veces. Louis sospechaba que lo había hecho.

"D-David Monroe, s-señor," respondió una voz temblorosa. Sonaba joven, asustado. Louis sabía que iba a morir por la forma en que respondió. Dijo señor, en lugar de capitán. Decir señor era casi como un insulto para los capitanes piratas, ya que se referían a los marineros como señor, y no querían ser comparados con la Marina. Ese era el mayor insulto, ser comparado con sus enemigos.

"¿Algún talento, David Monroe?" preguntó el capitán, con un toque de burla mientras repetía el nombre.

"Yo-yo puedo c-cocinar, señor."

"¿Cocinar? ¿Y quién te enseñó a cocinar, David?" Más burla. Era humillante.

"Mi m-madre, señor," respondió David.

"Dime, ¿tu madre está muerta?"

"¿No, señor?" Había un tono de pregunta en su voz, ya que era obvio que no entendía a qué se debía la pregunta.

Louis cerró los ojos, preparándose para el ruido que sabía que iba a venir.

"Eso es muy malo. Si ella estuviera muerta, tal vez hubieras podido saludarla por mí," dijo el capitán.

El sonido de un disparo, y luego un cuerpo golpeando en la cubierta de madera. Louis se estremeció.

Era difícil comprender que hace unos minutos estaba encerrado en la bodega, escuchando el sonido del mar, de los hombres trabajando y de su capturador gritando órdenes, del ron salpicando en los barriles. Había estado allí durante dos días completos antes de escuchar el sonido de gritos espeluznantes, el sonido de espadas golpeando espadas y pistolas disparando rápidamente. Había compartido el confinamiento con otro prisionero llamado Niall, un muchacho irlandés con cabello rubio y una actitud extrañamente optimista, considerando su situación. Era el segundo hombre en la fila. Luego fueron sacados de la bodega por hombres diferentes, hombres que Louis no reconoció. Lo primero que vio fue cadáveres y más sangre de lo que había de ron. Lo habían llevado a otro barco, un barco que pertenecía a sus atacantes, y allí habían sido empujados sobre sus rodillas, esperando el juicio del capitán, quien, obviamente, era despiadado en sus decisiones. Evidentemente, tampoco tenía miedo de hacer el trabajo sucio.

Louis deseó poder volver a esa bodega. Él no volvería, nunca más. El barco ardía hasta convertirse en cenizas en el mar detrás de él, el calor constante en su espalda y el olor que le recordaba eso. Trató de pensar en las respuestas por adelantado para que estuviera listo cuando el capitán llegará a él, pero no podía pensar con claridad. Estaba asustado, si quería admitirlo o no, diría que el miedo estaba nublando su mente.

A sea without water, a compass without directionWhere stories live. Discover now