Prólogo: El retorno

59 6 1
                                    

Diario de Hamilton. 

31 de octubre de 18...


A mi regreso de aquel fatídico viaje no podía dejar de pensar en el engendro que dejamos en El Polo Norte. Recordar su terrorífico cuerpo putrefacto saltando desde la cabina de mi capitán, el Señor Walton, me hace estremecerme de nuevo con horror.

Desde aquel día jamás pude volver a dormir en paz, soñaba constantemente con el rostro de la criatura sonriéndome antes de asesinarme.

Cuando el capitán Clifford me ofreció pertenecer a su tripulación para el viaje que deseaba hacer  al Polo Norte, desconozco las razones que me hicieron aceptar, dejar todo de lado y embarcarme de nuevo hacia la fuente de mis pesadillas, 

quizás fue el deseo de tal vez poder encontrar a aquel monstruo muerto y saber que jamás podría llegar a hacer daño a nadie más o simplemente que mi cordura se estaba perdiendo.

Durante todo el viaje no podía dejar de imaginar lo que me deparaba, luego de numerosos días de tormenta y mares tempestuosos llegamos a tierra firme. Sentía como se me helaban las manos y los pies, junto con mi respiración que cada vez se hacia más entrecortada al pensar en encontrarme con el monstruo.

El capitán Clifford nos ordeno bajar a investigar y conforme más avanzaba me convencía de que aquella bestia ya no seguía ahí,

 hasta que a lo lejos vimos un gran saco, al acercarnos poco a poco descubrí estupefacto que era aquel horroroso engendro.

 Retrocedí impactado hasta tropezar con una roca y caer sobre mi espalda, no lo podía creer, era él de verdad, muerto como Víctor Franskenstein quería y ahora que todo había acabado me inundo una sensación de pesadez al pensar en la miserable vida de la bestia. 

Consternados por mi reacción mis compañeros de tripulación corrieron a llamar al capitán y al llegar y encontrar tal cosa decidió en contra de mi voluntad llevarlo a Inglaterra para su análisis.

El capitán estaba muy emocionado, creía fielmente en las promesas de la ciencia y en que todo era posible con ella, hasta la creación de una criatura como aquella.


Escribo esto mientras reposo en el barco mirando fijamente el cadáver de aquella criatura que tanto daño causo, invadido por pensamientos de que llevarlo hasta Inglaterra es mala idea, y recordando  las atrocidades que Víctor le narró al Capitán Walton. 

Estoy seguro de que aún no sabemos de lo que los humanos son capaces. 

El despertar de los monstruosWhere stories live. Discover now