3. Devolución fallida

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Ducharme y ponerme ropa que se tornó transparente a los pocos segundos sobre mi cuerpo no fue tan complicado como pensé: tenía cuarto de baño en mi habitación, no tuve que ver si lo que me ponía era lindo o no y aproveché cuando escuché que mamá e...

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Ducharme y ponerme ropa que se tornó transparente a los pocos segundos sobre mi cuerpo no fue tan complicado como pensé: tenía cuarto de baño en mi habitación, no tuve que ver si lo que me ponía era lindo o no y aproveché cuando escuché que mamá estaba bañándose para despedirme de un grito desde afuera. La sola excusa de que iba a dar una vuelta con Joey fue suficiente para que no objetara, Joey era otro hijo para mamá. Mi hermana menor, Lou, seguía durmiendo, así que no tuve inconveniente con nadie.

Recordé que no podía tocar la puerta de la señora Tyler y opté por lanzar una piedrita a la ventana de Joey. Cuidé que nadie estuviera cerca para que no vieran una piedra en el aire y luego de la tercera, cuando estaba entrando en la desesperación, Joey salió.

Obviamente, no me vio.

—¿Estás ahí? —preguntó, en tono bajo y mirando a todo el suelo.

—Sí, vámonos.

—Ya bajo.

Esperé en la entrada principal, en el camino y no en el césped. No producía sombra alguna y suspiré. Escuché la puerta abrirse y a Joey asomarse, antes de que le hablara, su madre lo gritó desde adentro.

—¡¿A dónde vas?

—Voy a acompañar a Lizzie a... comprar limones.

Estando a cierta distancia, pude ver que hizo un gesto para sí mismo de "¿En serio dije eso?", arrugando la frente y cerrando un ojo. Reí.

—¿Madelyn sabe? —dijo. Madelyn es mi madre.

—Sí, ma, no tardamos.

—Suerte entonces.

Joey cerró la puerta y caminó hasta salir del jardín de su casa, fui tras él y le toqué el hombro. Dio un respingo y apretó los puños.

—Bien, esto es demasiado extraño, pero vamos a poner ciertas reglas —exclamó, sin dejar de caminar y con la cabeza gacha—. No puedes solo aparecer... no, esa no es la palabra. No puedes tocarme así no más porque es espeluznante, de ahora en adelante, háblame antes para saber que estás ahí.

—Entiendo.

—Voy a ponerme mis audífonos —sentenció—, pero solo es para que la gente piense que hablo por teléfono y no solo como un demente.

Asentí. Entonces recordé que no me veía.

—De acuerdo.

—Cuéntame entonces cómo fue la cosa.

Suspiré y empecé en voz baja.

—El viernes antes de llegar a casa lancé una moneda a la fuente del boulevard, ayer fui como siempre a pasear a los perros y entonces vi un conejo con sueter morado, lo seguí y llegué a una carpa morada.

—¿Y en lugar de aparecer en País de las maravillas, desapareciste? —ironizó, incrédulo a mi relato.

—Sé cómo suena, pero así fue. En fin, vi la carpa...

Amor sin primera vista •TERMINADA•Where stories live. Discover now