Esta es sólo una pequeña historia, sólo así.
Un hombre voló de marte a la tierra; aquel planeta rojo era frío y solitario, aquel hombre no tenía nada y quería un todo.
Pasó la atmósfera, el espacio, fue regresado algunas veces hasta que llegó a su destino.
Había pasto, personas, y amor.
Aquella cosa que no lo desintegraba al tocarlo, que no era tan caliente como el sol pero vivirlo era algo ardiente.
Conoció a una mujer de quien se enamoró locamente; ambos tuvieron tiempos felices y formaron una familia.
Pero hubo un tiempo que pareció tan infinito como el universo mismo: sus días se tornaron oscuros, vivió nuevamente algo llamado carencias.
Su nuevo mundo se nubló rojo y desesperado, había dolor y caos. Nada le era suficiente para poder mantener a su familia.
Aquel hombre hizo lo imposible, estuvo a punto de pasar a cierto lado obscuro entre la tierra y el sol.
Su desesperación fue tanta que un día lo soltó todo, se liberó y empezó de nuevo: las cosas progresaron, con el tiempo su familia creció y nuevamente las malas rachas llegaron.
La historia quizá jamás sabría la historia de este valiente hombre... Su familia ni siquiera tenía idea todo lo que había sucedido durante su trayecto de Marte a la Tierra.
Y aquel muchacho mencionado en otro apartado, a pesar de las carencias, las tristezas, las dolencias, las malas experiencias y todo lo triste está contento.
Tal como alguien dijo en una canción, "alegrías no hay en dinero ni otras cosas, el amor valor tendrá, es la cosa que apreciar".
Aquel hombre le dio lo más puro y bueno que siempre hubo en su corazón a su familia, la procuro, los cuidó y los sentimientos que en el mundo lentamente se han consumido esa pequeña y amorosa unión los mantuvo como su centro, lo más preciado.
El muchacho se quejaba y ahora con lágrimas en los ojos no sabe como pedir perdón.
Y ese muchacho ahora se dio cuenta de que quizá faltó dinero, pero hubo una cosa que siempre demostrará y recibirá de las personas que ama: amor.
