Capítulo 1.- Ingenuidad

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Me llamo Tweek Tweak.
Tenía 16 años.
Estaba intentando ahorrar para ir a la universidad en Denver y estudiar música, siempre he querido hacerlo, pero mis padres no habían podido apoyarme económicamente.
No es que no tuvieramos el efectivo, es que no son muy cooperativos cuando se trata de mi, sólo cuando son asuntos de la cafetería...
Hace unos años me confesaron que era adoptado, lo veía venir, pero aun con eso fue doloroso darme cuenta de que era el niño de comercial que necesitaban para llamar la atención en la cafetería.
No soy egocéntrico o narcisista, pero se que otras personas me encuentran atractivo, quizás algo afeminado.
Papá insistía siempre en que atendiera a los clientes en un uniforme especial y bien arreglado.
Fui siempre el chico de comercial que ellos querían.
No me quejaba, aunque no fueran muy atentos, me trataban bien y vivía de manera normal.
Creo que nunca pensé que merecía nada mejor...
Después de todo... Desde los 13 comencé a darles muchos problemas.
A causa de los exámenes, la mala alimentación y la tensión social que sufría, el doctor dijo que sufría de ansiedad, paranoia y que hasta podía llegar a tener ataques de pánico... sería así el resto de mi vida.
Mis padres no estaban muy contentos.
Las cosas solo empeoraron con el tiempo.
Todo el tiempo tenía miedo, veía cosas donde no las había, tenía tics y temblores por los medicamentos y las terapias que se aplicaban en mi.
Recuerdo la semana antes de que "eso" ocurriera...estuve viendo a un hombre alto e intimidante fumando fuera de la preparatoria...
Me miraba y me seguía en un elegante auto de color negro.
El sujeto castaño me daba mucho miedo...
Recuerdo ese día...definitivamente no había sido mi día... El estaba ahí.
Pero esta vez no subió a su auto... Camino detrás de mí.
Sentí su mirada pesada, fuerte, asfixiándome...
Caminaba muy nervioso por la calle, sentía constantemente esa sensación de ser observado, pero esta vez era peor...
Siempre había sido alguien paranoico y lo consideraba algo horrible, pero el día de hoy en particular me sentía lleno de pánico.
Gire en la calle, caminando a paso rápido mientras me acercaba cada vez más a la cafetería.
Pude ver a mi madre sonreír felizmente a unos clientes cuando me miró y me saludó cálidamente.
Suspire aliviado de haber llegado.
Pero mi alivio se esfumó, sentí una gran mano en mi nariz y mi boca, tapandome con un pañuelo húmedo que, en cuanto suspire, todo se volvió oscuro.
Solo vi a mamá desviar la mirada... Fue la última vista de mi vida que tuve...
Fue la ultima vez que me sentí a salvo por un momento.
A partir de ahí... Estuve solo.
A partir de ese momento... No fui más ese chico libre que quería estudiar música, vivir una vida... Ser feliz...
-
Desperté en un lugar oscuro, húmedo, tenía las manos atadas firmemente y los ojos vendados, estaba amordazado.
Inmediatamente me retorcí desesperado, buscando escapar o safarme de alguna manera y sentí y fuerte impacto en mi cabeza.
-Quédate quieto, no quiero tener que magullar la mercancía, puta rubia-
Su voz sonaba extraña... No era un acento que yo conociera...
Estaba lleno de pánico y dolor, rápidamente sentí mis lágrimas empapando lo que sea que me cubría los ojos.
Intente gritar, pero solo conseguí más agresiones físicas en respuesta.
Fue sólo el inicio... Debido a mis espasmos por la ansiedad y el pánico generado por esa situación, gritaba o lloraba descontroladamente a veces por horas, intentaba hacerlo cuando mi captor no estaba, si me ocurrían estos episodios en su presencia, me daba golpizas hasta que me desmayaba y "lo dejaba descansar".
Sabia que me odiaba por la manera salvaje en la que despotricaba contra mi cuerpo, hasta que me quedaba inconsciente.
Los días fueron largos... Nunca supe cuando se escondía el sol o qué hora era.
Solo sentía un horrible ardor en mis muñecas y tobillos causados por los fuertes agarres de cuerda en esas áreas.
-Están infectándose... Tengo que limpiarte-
Francés... Ese era su acento, él era francés.
El día que me quito la venda fue uno de los días más dolorosos que experimente con ese hombre.
Limpio mis heridas con alcohol y me hizo ducharme con agua fría.
Ni siquiera podía pararme de manera normal, sentía como si mis piernas se hubieran atrofiado por la falta de uso...
Solo dios sabe cuanto tiempo pase recostado en aquel frío suelo de cemento.
Me arrastre torpemente a donde él me pedía ir.
Su paciencia se acabo con rapidez, cargándome en sus brazos y lanzándome a un viejo sofá, mire asustado frente a mi a un chico rubio... Bajito, más que yo, una camisa a cuadros manchada con su sangre y su nariz goteando, así como el tabique desviado y los ojos llenos de lágrimas.
-Mi nombre es Christophe, ustedes son mercancía, he pagado por sus culos, no es que yo quiera hacer uso de ellos, pero tengo clientes y esas cosas... A todo esto... Esa nariz...-
Un chillido desesperado de parte del joven se dejó escuchar cuando Christophe enderezó su nariz con su mano en un movimiento brusco.
-Así, así luces más presentable- dijo mirando su obra con orgullo, estaba paralizado, el pequeño rubio frente a mí me miró buscando apoyo, estábamos en el mismo infierno, no creía poder ayudarlo, no podía ni ayudarme a mí mismo.
-Bien, Tweek, Thomas, quiero que recuerden no son personas, son mercancía y de ahora en adelante van a ser obedientes y a hacer absolutamente todo lo que se les diga si no quieren terminar muertos ahí afuera- dijo mirando por una amplia ventana que daba a un patio... Cometí la estupidez de observar...
Había cadáveres ahí.
Por lo menos tres...
Temblé descontroladamente, el hombre me abofeteó con fuerza.
-Nada de lloriqueos, temblorcitos, gritos, ademanes raros ni movimientos extraños, si intentan escapar, se mueren-
Me mantuve siempre serio y silencioso en presencia de Christophe, Thomas jamás lo había experimentado, pero una paliza de aquel francés hasta quedar inconsciente era la cosa más horrible que me había pasado hasta ese momento y por todos los dioses existentes que jamas haria que se volviera a propiciar esa situación, mantendría contento a Chris siendo obediente.
Mi obediencia ciega a todo lo que me decía me gano su favoritismo, vi muchos chicos ir y venir, pero yo jamás fui vendido o asesinado.
Christophe se enamoró de mi.
Podía verlo en la manera en la que me miraba, cuando me sobreprotegia e incluso había dejado de agredirme, tanto física como verbalmente.
Use esto para mantener a salvo a Thomas también, siempre cercanos... Siempre unidos.
Era como un hermano pequeño, nunca tuvo la voluntad para afrontar todo lo que pasabamos... Su sufrimiento era palpable, podías ver en sus ojos ese desesperado deseo de aferrarse a una esperanza...
Lo acunaba en mis brazos cuando las noches eran frías, conversaba con él, intentaba a toda costa que no sufriera demasiado...
Las cosas cambiaron.
Un día Christophe llegó con amigos suyos, sujetos de aspecto bastante opulento, Thomas fue víctima de sus asquerosos caprichos, y aunque yo no corrí con la misma suerte, tampoco fue del todo buena...
Había gente ahí, observando, estaba aterrorizado, había manos y miradas sobre mí, temblé y lloriquee solo para ser abofeteado.
Obligado a rebajarme y hacer cosas asquerosas...
El castaño me recorrió con sus manos en un incómodo y atemorizante roce, supe lo que me pasaría.
No podia negarlo, me invadían unas terribles ganas de vomitar solo de pensarlo.
Lo había visto antes, se lo habia hecho a Thomas, a todos los otros, pero no a mi... Nunca a mi.
Me desnudo sin consideración, intente apartarme pero solo fui sometido fácilmente por él, golpeado, con su mano manteniendo mi cabeza en la cama.
Fue humillante, desgarrador y doloroso... Me penetró con violencia después de ponerme de espaldas, me retorcía debajo suyo en un instintivo movimiento que no podía controlar, estaba tan asustado que no sentía sus golpes para someterme, solo sus duras embestidas que resultaban sumamente dolorosas, fue una experiencia en la que mi mente intentó por primera vez refugiarse en la idea de mi propia muerte.
Sentía su respiración jadeante en mi espalda mientras yo intentaba a toda costa huir, desesperado, eso solo pareció provocarle más deseo.
Al final ya ni siquiera tuve energía para resistirme, solo sentía mis ojos húmedos e hinchados, solo aspire el olor de mi propio sudor y sangre en la almohada en la que me obligaba a enterrar el rostro, mis ojos hinchados y mi labio partido delataban la paliza que me habían dado, el ardor insoportable en mi trasero y en mi entrada era suficiente para darme cuenta de la horrible realidad que estaba viviendo, vi sangre escurrir por mis muslos, quería estar muerto.
Ni siquiera supe que sucedió el resto de la noche, recuerdo rostros, frases obscenas, motes humillantes, cosas entrar y salir de mi una y otra vez, desgarrando, destruyendo, llevandose cada pedazo de dignidad que tenía...
Probablemente perdí el conocimiento en algún punto de la madrugada, desperté en el piso alfombrado de una lujosa habitación.
Al abrir mis ojos lo primero que hice fue soltar un silencioso lloriqueo mientras me retorcía del dolor, un dolor punzante y grave desde mi esfinter hasta mis entrañas...
Pero me dolía más el pecho, me dolía verme así, reflejado en un gran espejo en el techo, desnudo, magullado, lleno de heridas y moretones, me habían mutilado... Tenía heridas, estaba lleno de golpes en mi cara, mi propia sangre y por causa de una mordida salvaje, con la carne de uno de mis pezones al rojo vivo mientras ni siquiera podía apoyarme en mi culo.
Todos estaban profundamente dormidos... Incluso Christophe, me invadió la adrenalina.
Tome una bata del baño y salí... Sali al jardin y miré desesperadamente a mi alrededor.
Todo me dolía... Todo me llenaba de asco sobre mi persona, sobre mi vida...
Mire mis heridas, las toque, caí en el suelo del jardín, exhausto, adolorido, rebajado a un despojo de lo que solía ser.
Ni siquiera me sentía enojado... Solo... Me odiaba a mi mismo.
Odiaba lo que me estaban forzando a ser...
Odiaba todo aquello que era el mundo, la sociedad, la justicia o lo que fuera...
No tenía sentido intentarlo...
Escapar y abandonar a Thomas... Era algo que jamás haría.
Esa tarde dormí con Thomas cuando todo el mundo se fue.
Nuestros cuerpos buscaron consuelo en los brazos del otro.
Nos repetimos que todo estaba bien en un mantra que aunque era inútil nos hacía la vida un poco más dulce.
Thomas me concibió entonces como la vulnerable basura que yo era en realidad... Me dijo que me protegería... Sonrei con tristeza y ternura a sus palabras.
Estos abusos persistieron, parecía que los amigos de Chris eran cada vez más y a veces diferentes.
El mismo castaño no parecía muy feliz con eso pero parecía no tener la opción de decir que no.
Llegó el día en el que me tomo por el rostro y me besó cariñosamente, disculpándose por el daño hecho y no poder protegerme...
Temblé un segundo ante aquella visión.
Me prometí matar a ese imbécil algún día...
Me enfermaba que pretendiera mostrarse como un salvador cada vez que me apartaba de sus "amigos".
Igual terminaba cogiendome violentamente, golpeándome en pleno acto, argumentando su profundo deseo y adoración a mi cuerpo.
Quise matarlo.
Aún quiero hacerlo.

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