Él tenía a su madre, pero su padre los había abandonado apenas sabiendo de su existencia. Ella tuvo que cuidar de él sola, con un poco de ayuda de su tío, aun cuando ella misma no se encontrara en el mejor de los estados mentales debido a su propia magia negra. Ella podía protegerlo en casa, pero fuera de ésta, José estaba indefenso: él no tenía a nadie, no tenía amigos o más familia a la cual acudir. Nadie se levantaba para protegerlo de todas esas crueles palabras dichas hacia él.

Viendo su reflejo en la fuente, se secó sus lágrimas. Lucía como todo un desastre. Marcas visibles aun se notaban en las pequeñas plumas de su rostro, sus ojos se notaban levemente rojos e hinchados. José se acurrucó bajo la fuente, rodillas pegadas al pecho. Aunque quisiera, no podía dejar de llorar, él quería quedarse en casa con su madre, pero no podía permitir que ella lo viera en ese estado. Él solo quería tener a alguien a su lado.

­―La gota de agua que da la nube

Como regalo para la flor

En vapor se desvanece

Cuando se levanta el sol...

―¿Uh? ― José levantó la mirada de entre sus brazos. Era una voz muy joven casi de su edad, vivaz y llena de energía, diciendo palabras que él no entendía, pero el tono era melodioso. Podía escuchar las cuerdas de una guitarra sonando misteriosa y hasta un poco triste, muy diferente a la voz. Aun así, ambas siendo tan diferentes se complementaban en perfecta armonía.

―Y nuevamente al cielo sube

Hasta la nube que la soltó...

Su magia comenzaba a comportarse de forma extraña, su corazón latía con intensidad. Algo en esa voz le atraía, le hacía querer acercarse. Algunas palabras sonaban casi iguales al portugués, pero otras eran completamente diferentes. El acento y la pronunciación eran raras, aunque curiosamente hermosas. Aun con los ojos levemente enrojecidos y pequeñas marcas en sus mejillas, José, con mucha timidez, se levantó de su escondite en la fuente. Ese otro niño se acercaba más y más y José solo quería ver al dueño de esa voz. Con un gran suspiro, volteó, solo para encontrarse con el más hermoso par de ojos, que incluso cuando fuera mayor, jamás olvidaría.

Y su magia, fluía contenta."

------------------------------------

―¡Ay por Dios! ¿Te encuentras bien mi amigo? ¡Lo lamento! Fue un accidente, no iba poniendo atención

José era quién no había estado poniendo atención, muy metido en un viejo recuerdo. Quizás no era buena idea distraerse cuando se estaba caminando en la calle.

―Oh não, não senhor. Fue mi culpa por no fijarme ―Le parecía un poco injusto que él cayera contra el suelo y el extraño siguiera de pie, (extraño cuya voz le era sospechosamente conocida). Su propio sombrero cubría su rostro por la caída, no podía ver al otro.

―Déjeme ayudarle por favor ―Fue lo que la preocupada voz le dijo. En un tono que él recordaba perfectamente

―"Déjame ayudarte por favor" ―Fue lo que un niño le había dicho hace mucho tiempo.

―Obrigado, es muy amable de su parte ―Dos manos extrañas, pero de una calidez familiar lo sujetaron de los hombros, sorprendiendo a José con su fuerza al momento de alzarlo. José quitó el sombrero de su rostro―. Muito obrigado y lo lamento por el accidento senhor... ¿eh?

La exclamación de ambos fue de gran sorpresa, no era para menos. José sabía que Panchito vivía en México, pero no exactamente cerca de ese pequeño pueblo, nunca creyó que lo volvería a ver. ¿Cómo sería posible, olvidar ese par tan hermoso de ojos? Igual de hermosos como los de un recuerdo infantil.

Quédate junto a miWhere stories live. Discover now