Construyeron maquinas y comenzaron a eliminar miembros que no merecían tener lo que tenían.

Así fue como se inició la División.

El acto, que hasta la fecha, es considerado como la decisión que más a logrado beneficiar a la humanidad en su historia porque de esa forma todos los miembros del Sexo Perfecto estarían a salvo en un lugar donde lograrían desarrollar todo su potencial a un nivel que nadie las hubiese permitido.

Un refugio libre de la contaminación en donde cualquier trabajo o escuela estuviese a solo tres minutos de tu hogar y eso para todos los Perfectos que conozco ha sido un gran logro de justicia. Pero para mi...

—Buenos días, Srita Wintinfield —...era solamente una prisión...

—Gracias —...en donde debía mantenerme en una imagen de seriedad ante cualquiera miembro Imperfecto que me viese.

Entre nosotros había demasiados miembros del Sexo Imperfecto trabajando bajo la presión de mantener el cuidado ante cualquier actividad que realizarán, ya que de lo contrario un simple error les podría costar la vida, de la misma forma que ocurrió esta mañana, ya sea vigilando, sirviendo almuerzos o limpiando los pasillos, como un grupo de obreros que ocultaban la tristeza que había en sus corazones por saber que no eran trabajadores sino esclavos obligados a guardar silencio.

Y eso solo me hacía sentir una cosa por ellos...

—Te he dicho miles de veces que no te cruces en mi camino —...lastima—. ¡Muevete!

Cada vez que escuchaba esa estridente voz comenzaba a sentirme como un Imperfecto que no tenía salida, porque era la señal de que estaba cerca de un verdadero demonio.

—Lo lamento, Srita Arnowin.

—¡Señorita Riley Arnowin, para tí! ¡Sucio adefesio!

Como odiaba que ella hiciera eso.

Riley Arnowin.

La hija de la directora Mireya Arnowin.

Una tediosa chica que miraba cada pasillo de la escuela, sintiéndose como sí fuese una verdadera diosa, en especial con los Imperfectos, ya que cualquier cosa que dijese se podía hacer realidad en un solo segundo.

Era normal verla atacar a miembros Imperfectos, aun cuando ellos no tenían contacto con ella, ya que el mundo solo giraba a su entorno y yo odiaba tanto el tener que ver eso, como un simple espectador.

—¿Y tú qué miras? —Una engreída a la que deseaba poder tirar de ese rubio cuero cabelludo, al que llamaba "look" y arrancárselo, como sí fuese una simple peluca postiza.

—¿Eh? —pero en mi interior sabía que no podía hacerlo porque su madre tenía el poder de hacer que me desterrarán.

—¿Dije que qué miras, estúpida? —Riley no sentía compasión por nadie que no fuese ella misma.

Podía manipular a mi madre para que me enviasen al exilio, de la misma forma que muchos otros miembros Perfectos que demostraron no ser aptos por cometer una tontería como la que hice esta mañana.

—Nada —Respondí.

—Entonces vete.

—Si —y continué.

Había visto a Riley humillando a un miembro del sexo Imperfecto de la misma forma que mi madre lo hizo esta mañana yo me sentía como una completa estúpida porque no podía hacer nada.

—Llegas tarde —ni tampoco darle importancia a eso.

—Lo siento, Señorita Lewton.

—Sentirlo no hará que sepas lo que vendrá en el examen —y con eso mi día continuó.

EXPERIMENTOS LOS ORÍGENES, DOMINADOS, Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora