UN AMOR DE OTRA GALAXIA

Parte 1 Sin Título

AMOR DE OTRA GALAXIA

Aquel día Raquel se encontraba en su ventana, era una niña de ocho años, miraba a través del vidrio, su madre había salido y en forma de castigo, la dejó en casa, cerró la puerta con la llave, quizás no pensó que algo podía ocurrir adentro de la vivienda.

Distraída Rachel, pensando enojada en lo que le había hecho su madre, quién la había castigado por su hermano, movió bruscamente su mano golpeando la reja, de repente, vio algo extraño, era una esfera de cristal como del tamaño de un balón de baloncesto, adentro habían pequeñas luces, giraba en una forma rotatoria, pero en intervalos, pensó que era eso, para su época no existían ningún tipo de dispositivos electrónicos que volarán solos, que sería eso, esa esfera se desplazó hacia la terraza de la casa vecina. Días después unas amigas le comentaron que habían visto lo mismo.

Pasaron 7 años, su madre quién había querido hacerle los quince a su hija, había ahorrado durante casi diez años, el dinero que le quedaba algunas veces de cuando iba a buscar ofertas al supermercado, o cuando compraban ropa, o en otros gastos de la casa, lo depositaba en el Banco para cumplir ese sueño, más que de Rachel era suyo, ella quería ver a su hija, elegantemente vestida, en un salón grande, con una decoración especial en flores para poder celebrarle los anhelados quince años.

En los días que antecedieron, Raquel se sentía estresada por los preparativos de esa fiesta, ella personalmente quería era ir a conocer el mar, le inquietaba, lo veía en fotos y quizás por su signo que era piscis, sentía una fascinación profunda por el mar, anhelaba ver un delfín, eran sus sueños desde niña, pero su madre se empeñaba en hacer la famosa fiesta.

Llegado aquel día su familia elegantemente vestida, asistieron a un salón, decorado con mesas vestidas de blanco con un sobremantel rosado y las sillas también vestidas de blanco con moños fucsia, pequeños arbustos en las mesas, con instalaciones y piedras de colores pastel.

Los velos en el techo y los candelabros, una luz de color violeta, muy leve, esos elementos daban un aire romántico al lugar, allí estaban todos sus amigos acompañándola, ella entró con un vestido de color azul aguamarina, estilo princesa, su pelo recogido en la parte superior, pero suelto y las puntas con medianos crespos.

Ella sabía el esfuerzo que su madre había hecho para que sus quince fueran perfectos, hasta el alquiler de una carroza de  calabaza, tal cual fuera cenicienta en la noche del baile, personalmente le parecía un poco extremo, ella hubiera preferido algo más sencillo, donde pudiera vestir de una manera cómoda pero el pensar que su madre sería feliz, la hacía cómplice de aquella aventura.

Todo salió perfecto, el vals, las palabras de su familia, sus amigos, el baile, ella pensó en su interior que se merecía un poco de tiempo a solas para pensar, por eso salió al jardín de aquel Club.

Se sentó al lado de un árbol, en una silla de hierro forjado y colocó el vaso con su soda en una mesa, era una de tantas que habían allí para algunas recepciones que se hacían en la parte externa del club.

Como estaba un poco alejada de la algarabía, se quedó mirando el cielo era como si de repente, quisiera encontrar algo, recordó con un poco de humor aquella visión que tuvo en su casa, de una esfera de cristal y pensó que locura, en ese momento, vio como si una cortina de luces saliera del cielo, era algo muy hermoso, parecían gotas de cristal de swarovski   y sintió un poco de miedo, porque solo estaba esa hermosa cortina iluminándola a ella, se quedó quieta su corazón parecía que iba a salirse de su vestido, respiró profundo y salió corriendo.

Al llegar al club, abrazó a su mamá y le dijo madre, me acaba de pasar algo extraordinario no se como decirte, la mamá la abrazó y al contarle, le dijo hija otra de tus ocurrencias, como dices que una cortina de luces te cubrió, que imaginación, seguro era una de las lámparas del patio y tu la confundiste.