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—¡Venus, otra botella de wisky a la mesa 11!—escuché a Dinna gritar en la barra para luego continuar moviéndose entre las mesas con su cintura al ritmo de la música.

Asentí levemente riendo. Aún no me acostumbraba a ese nombre, "Venus", ni siquiera se parecía mi nombre real, Anna Conner. Cuando llegue a este pub realmente nunca pensé que terminaría llamándome así, pero era un requisito para estar dentro de Secret Red Room.

Acomodé mi vestido negro ajustado y tome la bandeja con la botella de alcohol y una cubeta de hielos.

Había llegado a este pub únicamente por necesidad de dinero, me costó un poco conseguirlo, era la menor trabajando aquí, pero legalmente ya podía hacerlo, apenas cumplí dieciocho años pedí entrar. Trabajo como mesera, barman y bailarina. Debo confesar que bailar era mi pasión, era lo comencé haciendo aquí, pero necesitaba mucho más dinero y me agregaron actividades extras. No me quejo, realmente es una gran ayuda.

—¡Hey, Venus!—escuché la voz de un hombre llamarme.

Me giro sobre mis tacones después de entregar el alcohol en la mesa y miré hacía donde me llamaba. Un hombre rubio tez blanca levantaba la mano desde su mesa, rodeado de cinco tipos más, él chico rubio agitaba su mano llamándome y creo haberlo visto antes. Seguramente por eso sabía mi "nombre", dudo que leyera desde esa distancia el pequeño letrero al costado de mi pecho.

—Linda... nadie nos atiende—volvió a hablar cuando estuve frente a ellos.

—La noche es joven aún, ¿en que puedo ayudarles?— la mirada de esos seis tipos estaban sobre mi y sonreí. Estaba acostumbrada a esa atención, en especial cuando estaba dentro del pub, no solamente por mi físico, si no por la mayoría de hombres sumamente calientes que llegan hasta acá.

—Comenzaremos con una ronda de tequila, cariño...tráenos la más cara que tengas, hoy vamos a festejar—otro de ellos dijo y golpeó la espalda del tipo de estaba a su lado, el simplemente negó con risa.

—No hay nada que festejar—murmuró despacio y levantó su mirada. Sus ojos grandes y verdes chocaron con los míos, y movió su cabello risado a un lado.

—¡Claro que sí, un divorcio no se celebra todos los días, colega!— el rubio volvió a decir, mientras que el risado solo le dio una gran mirada. Reí.

—La mejor botella de tequila vendrá—asegure guiñando y fui hasta el bar.

Realmente me gusta trabajar aquí, era mi distracción viernes y sábado, además de una obligación también. Ya con la botella sobre la bandeja, vasos de shots, tequila y limón, volví
a la mesa. La dejé allí recibiendo una gritos y aplausos de ellos, reí y continúe con mi trabajo.

Las horas pasaban en el bar y continuaba llevando alcohol a ese grupo y debo reconocer que me habían llamado la atención. ¿Celebrando un divorcio habían dicho? Era gracioso, al menos nunca lo había escuchado antes. El divorciado era bastante guapo la verdad, su mirada bastante profunda y seductora quedo latente en mi mente los pocos segundos que la vi.

Me llamaron bastante para esa mesa, posiblemente dos botellas de wisky, pero el guapo de cabello castaño y levemente rizado no bebía ni una sola gota de alcohol, ¿él estaba celebrando, no?

—¿Bailarás hoy?—Dinna me preguntó cuando llegamos a descansar un poco en la barra.

—Sí, cuando el cantante llegue—suspiré apoyándome sobre mi brazo en la mesa, estaba cansada.

Las noches de viernes y sábados cantaba algún compositor local, en Los Ángeles, California siempre había alguien nuevo que quería cantar en este bar.

Anna |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora