{Capítulo1}

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Me encuentro haciendo la cena a toda marcha, púes sé como se pone si no la tengo lista para cuando él llega de trabajar. Reviso la hora en el reloj que se encuentra en mi muñeca y me apresuro a terminar, ya que faltan tan solo cinco minutos para que llegue. Termino de poner la mesa cuando la puerta se abre.

-Hola cariño. -Saludo con una sonrisa nerviosa recorriendo con la vista que éste todo en orden- ¿Cómo te fue en el trabajo?

-Dame mi cena. -Exigió dejando el maletín a un lado y sacándose la corbata.

-Si, sientate, enseguida te la sirvo.

Voy hasta la cocina y luego de tomar la olla con su comida favorita, vuelvo al comedor.

Me acerco a donde se ha sentado y antes de que proteste le sirvo la cena. Luego voy a mi lugar y me sirvo un poco en mi plato.
En silencio, nos disponemos a comer lo que con tanto esmero preparé, pero no alcanzo a llevarme el primer bocado a la boca cuando Raúl sin decir ni una sola palabra, se levanta de su asiento con con el plato en la mano y lo extiende hacia mí.

-¿A esto le llamas comida? -al verlo puedo notar en su rostro la ira- No tiene gusto.

Lo pruebo y efectivamente le falta gusto pues de los nervios por terminar a tiempo se me olvidó ponerle sal.

-S... Si quieres p... Puedo prepararte otra cosa, solo tomará unos minutos. -Respondo nerviosa.

-¡¿No quiero otra cosa?! -estalla y en un arranque de ira estampa el plato contra la pared haciendo que el contenido se desparrame por todos lados- Eres una inútil Leticia. No sabes hacer nada bien.

Las lágrimas se agolpan en mis ojos, tardé horas en cocinar y como una estúpida me olvidé ponerle sal.

-L... Lo siento, no va a volver a ocurrir. -Digo con la cabeza gacha.

-Claro que no va a volver a ocurrir y de eso me voy a encargar ahora mismo.

-Por favor. -Suplico viendo como se acerca en grandes zancadas.

Intento poner distancia y poderme refugiar en algún sitio, pero antes de poder hacerlo una de sus manos me jala del pelo y me avienta al otro extremo del pequeño departamento tirándome al piso. Sin ponerme defender, comienzo a sentir todas y cada una de sus patadas, una de las tantas dándome de lleno en el estomago dejándome automáticamente sin aire. Aturdida por esa patada, intento recurperarme mientras otras de sus patadas dan en mis delgados brazos ya que se encuentran cubriéndole la cabeza. Otra de sus patadas me da a la altura del rostro provocando que inmediatamente sienta el sabor metálico de la sangre. Solo se detuvo cuando se cansó.

-Lo... Lo siento cariño. -Se disculpó cuando su ataque de ira pasó.

Apenas si puedo alejarme a causa del dolor corporal que causaron sus golpes.

-Mira lo que me hiciste hacerte, yo... -Suelta- No es justo que yo trabaje tantas horas para que tú arruines la cena.

-No va a volver a suceder. -Digo intentando contener las lágrimas.

Sin decir nada más, se apartó de mí y salió de la casa dejándome allí tirada.

Me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban. Una vez de pie, me arrestaré hasta el baño. Al llegar, del botiquín tomé algodón y antiséptico y comencé a pasarlo con un algodón en mis brazos, luego me desvisto y me meto a darme una larga ducha.

Cuando ya me siento limpia, voy hasta mi cuarto, tomo un pote de crema analgésica y anti-inflamatoria y la paso por mi cuerpo y los brazos rogando por que mañana no me quede una sola marca.
Después de cambiarme, comencé a limpiar los restos de la cena.

Recuerdo como era Raúl antes de convertirse en la persona que es ahora. Si, aunque no lo crean, él antes era una persona tierna. Cuando de novios, éramos la pareja perfecta, él era atento conmigo y casi nunca discutíamos y si lo hacíamos buscábamos cualquier modo de arreglarnos, eso fue hasta que nos casamos, él cambió de la noche a la mañana. Recuerdo que la primer golpiza ocurrió, fueron meses después de casarnos, cuando arruiné su camisa. En su defensa, fue mi culpa, ya que le había puesto demasiado almidón. Cuando vio con la brutalidad que me pegó, se largó a llorar a mi lado pidiendo que lo perdone, que no volvería a golpearme de aquella forma, pero muy dentro de mí sabía que era solo el inicio, y no equivoque, desde entonces procuro tener mucho cuidado de no hacerlo enojar.

Luego de limpiar todo, ya exhausta fui hasta el cuarto, y luego de meterme en la cama intenté encontrar una posición en la cual pueda descansar sin sentir tanto dolor, rogando por que mi esposo no llegue esa noche a dormir.

Unos ruidos me sacaron de mi descanso.

-Amor que...

Intento hablar, pero con los sentidos aún dormidos no logro ver nada hasta que siento un golpe en mi ojo izquierdo haciendo que despierte por completo.

-Tú, maldita estúpida. -El solo escucharlo percibo que ha estado tomando, púes su aliento despide olor a alcohol y tiene los ojos irritados- Todo esto es tu culpa.

-Yo... Lo siento amor. -Intento calmarlo aunque no sé que quiso decir.

-Esto es tu culpa, pero yo me encargaré de corregirlo.

Sabiendo lo que me espera intento apartarme, pero ebrio y todo es mucho más fuerte que yo. Se abalanza sobre mi con el cinto en sus manos.

-Amor, por favor, no me hagas daño. -Pido sollozando- Por favor no me pegues de nuevo.

-Ahora aprenderás. -Respondió descargando el primer golpe sobre mi abarcando parte de mi costado y la espalda.

Por instinto me acurruqué intentando de alguna forma amortiguar los golpes.

-Por favor. -Digo con voz quebrada- Me haces daño.

-Eso es para que aprendas. -Escupió aún fuera de sí.

-Ya... Ya aprendí. -Digo intentando calmarlo.

Los golpes cesan, pareció que duró una eternidad su ataque y no me sorprendería que hayan escuchado el escándalo, intento no gritar, pues de solo pensar que al quien me puede oír me da mucha vergüenza.

-Ahora ven y complace a tu esposo. -Soltó colocándose encima de mi y arrancando mi camisón.

-No por favor, no lo hagas.

-¡¿Cállate?! -Gritó abalanzándose mientras me amenazaba con el cinturón aún en su mano.

Sin ninguna piedad entró en mí provocándome dolor, con cada embestida brusca el dolor aumentaba, podía sentir como un liquido escurría entre mis piernas, el olor a sangre invadió mis fosas nasales, sin duda me había lastimado. Sin poder hacer mucho más, él hizo conmigo lo que quiso, yo solo suplicaba que todo terminara y podre librarme de todo este infierno con el cual convivía día y noche. Cuando se aburrió de violarme, se levantó dejándome allí tendida para irse y no volver a verlo.

Cuando me levanté de la cama para ir al baño, podía sentir como las piernas me temblaban.

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Hola gente bella, comenzamos una nueva novela. No te olvides de dejarme tu 🌟, no cuesta nada y a mi me ayuda un montón.
Nos leemos en los comentarios, Eli

Segunda oportunidad.On viuen les histories. Descobreix ara