1.12 La primera prueba.

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Cuando las hojas de los arboles comenzaron a caer dando paso al ventoso otoño, llegó la temida primer prueba. El campo de Quidditch verde brillante como era, fue convertido en nada más y nada menos que un foso con una profundidad probablemente infinita, pues desde donde los alumnos replegados en las gradas alrededor lo viesen, no encontraban fondo sino únicamente una espesa negrura y quizás, solo quizás, si los rayos de sol decidían aparecer entre las nubes, era posible distinguir un par de destellos en el fondo. Aquella mañana, las clases habían sido canceladas después del mediodía, los participantes con una ventaja "privilegiada" se les había un permiso para abstenerse de cualquier labor que distrajese su concentración, buscando reforzar todo lo aprendido para la prueba después del almuerzo con sus tutores en el salón de los trofeos, el cual también había sido modificado para su comodidad.

Después de que los hechizos y explicaciones volaran de un lado a otro del salón por varias horas; las suficientes para tener a un Albus Potter aturdido en la esquina más lejana, Neville, Minerva, Shiro, Sergey y el Ministro Kingsley abandonaron el lugar no sin antes proporcionar algunas palabras de aliento a sus representantes.

Las horas restantes –al menos un par– habían sido un verdadero tormento para el chico de ojos verdes, que además de murmurar una y otra vez todos los hechizos enseñanza del profesor Neville Longbottom, para no olvidarlos, tampoco podía alejar el terror reflejado en los iris de Lily o su propia madre cuando apenas la noche anterior había llegado a visitarle. Una verdadera pena que su padre tuviese mil pendientes y no pudiera estar ahí para aconsejarle o animarle aunque fuese un poco, al menos eso es lo que su madre Ginny le había comunicado cuando junto a sus dos hermanos apareció en la oficina de la directora. Ella había tratado de no mostrar ningún atisbo de miedo mientras hablaban o reprendía a James por negarse a un abrazo familiar con un "Yo no abrazo a traidores" que puso loca a su madre, pero fue fácil descubrirla llena de angustia.

Además, ni siquiera había podido ver a sus amigos esa mañana, ni el día anterior o el anterior al anterior pues se la había pasado con las narices metidas entre las decenas de hechizos avanzados con notas que su prima Rose amablemente se encargó de investigar –solo por si las dudas–. Quizás era algo estúpido, pero no tener a los Greengrass a su alrededor le hacía sentir extraño, como si algo faltase. O tal vez solo era el hecho del desprecio con el que la mayoría de sus compañeros o alumnos en general le miraban y como estos dos se las arreglaban para hacerlo sentir menos miserable. Hasta su hermano James había vuelto a ignorarle como cuando fue elegido en la casa de las serpientes.

—¿Chocolate? —Potter eleva la mirada y agradece con un suave movimiento de cabeza pero no acepta el trozo de barra que el chico búlgaro le ofrece, no cree que nada pase por su garganta en ese momento y prefiere no arriesgarse a vomitar— Toma un poco, luces pálido —insiste el muchacho esta vez tomando sitio en el sofá mullido junto a él. Albus coge el trozo sin dejar la varita, es como si la tuviese pegada con cola loca a su mano— Gracias —le sorprende que su voz continúe neutra, pero definitivamente lo agradece, no desea que el enemigo vea sus debilidades.

—Xiao dice que las pruebas están basadas en los cuatro elementos y que la primera prueba será de agua y que no debería comer más... Tendremos que combatir en agua—el ojiverde lo mira por primera vez con atención— ¿C-cómo lo sabe? —Bashev pasa por alto la sugerencia de la asiática llevándose un nuevo trozo de chocolate a la boca y tragando antes de responder— Sus ancestros se lo dijeron, o al menos eso es lo que dice —Potter frunce el entrecejo— ¿Es vidente o algo así? —los labios del mayor se tuercen en una mueca— No. Creyente. En la cultura asiática suelen venerar a los espíritus de sus muertos. No sé muy bien como como funcionan pero les hablan en sueños o mientras meditan, les dicen cosas y al parecer uno de ellos le hablo sobre la primera prueba —sus ojos van a parar hasta la chica del otro lado del salón, lleva un naga juban[1] negro y a pesar de que luce realmente incómodo para su gusto, ella no lo nota pues sus piernas se engarzan ágilmente una con otra.

UN NUEVO INICIO:  EL COMIENZO #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora