15. Todo fue historia

Comenzar desde el principio
                                    

Nora se quedó muda en su silla. Seguro no había esperado que explotara de esa manera. Yo tampoco lo había esperado. Jamás había pensado en decir algo así delante de la directora. De alguien más, siquiera.

Me tapé la boca con las manos; pero lo dicho, dicho estaba y sentí vergüenza. Me puse a llorar más fuerte y me senté, incapaz de ver a nadie a la cara. Podían suponer mil y una cosas de lo que había dejado entrever y no quería que me preguntaran, no quería hablar de eso. Ya bastante tenía con mis padres.

Lloré mientras ellas guardaban silencio y la profesora Hart ingresó a la dirección, junto a mi preceptora y otra profesora más que en ese momento no le reconocí la voz. No me atreví a despejarme la cara.

Hablaron en voz calma mientras la preceptora se acercaba a mí y la directora le preguntó a la docente de Gimnasia si había existido algún incidente entre nosotras. La maestra negó, extrañada por la pregunta y dijo que ese día, el primero en el que habíamos trabajado las tres divisiones de 5to juntas, Nora había estado reticente a hacer una muestra conmigo. Que yo incluso fui bien predispuesta a hacer la demostración. Que no hubo más contacto entre nosotras.

No dije nada y la preceptora me pidió que me calmara. Se acercó una silla a mi lado y me tendió un pañuelo.

—Serena, por favor, no te pongas así. Queremos ayudarte.

—No me pueden ayudar en nada —gemí—. Si lo único que ella hace es seguir jodiéndome la vida.

La preceptora me abrazó y me acarició la espalda. No supe porqué Nora no volvió a contradecirme ni a pelearme. No dijo nada más con respecto a su brazo, pero la directora tampoco la cuestionó. En cambio, intentó llamar mi atención.

—Serena, hemos hablado con tus padres.

Levanté la cabeza súbitamente. Con la cara pegajosa y hecha un desastre, la observé con verdadero pánico.

—No —susurré, casi como una súplica.

—Sí, el lunes tu mamá estuvo aquí en la escuela. Pidió hablar con nosotros.

Sentí que me desmoronaba. Evidentemente así lo hice porque la preceptora me sostuvo antes de que me deslizara fuera de mi asiento. Empecé a negar con la cabeza, con una mezcla de vergüenza y miedo que hizo que la directora le pidiera a Nora que se marchara.

—Hablaré contigo luego —le dijo—. Pero ahora quiero hablar con Serena, porque es muy delicado.

Se venía lo grande, lo pesado, lo que me hacía querer saltar por la venta a riesgo de que todos vieran lo anormal que era.

Cuando Nora cerró la puerta del despacho, volví a derrumbarme en mi silla. Mantuve los labios apretados, sellados y no dije ni una sola palabra cuando la profesora Hart tomó el lugar de Norita y acercó su silla a mí.

—Serena, tu madre nos contó lo que ha pasado —dijo la directora—.Está preocupada por tus cambios de humor, tu actitud, la relación con tus amigas. Por supuesto, ella no hizo ninguna referencia a algún tipo de agresividad, pero creemos que incluso esa es una reacción esperada después de lo que ha ocurrido. No tienes porqué hablarlo con nosotras si no te sientes cómoda para ello, pero nuestro mayor objetivo es ayudarte y que vuelvas a ser la de siempre. Eres una chica dulce y buena y sabemos que arreglarás los problemas con Nora...

Tragué saliva y seguí negando.

—Yo no lo hice nada —sostuve, derramando más lágrimas—. No le hice nada.

—Esta bien —dijo, pero fue evidente para mí que no estaba convencida.

—Serena, está bien —dijo la preceptora, en cambio, que sí parecía creerme—. No te pongas mal. Por supuesto que lo que ocurrió tuvo un gran efecto sobre ti y lo entendemos perfectamente. Pero necesitas ayuda para atravesarlo y hacer el duelo que requiera.

Suspiros Robados (Libro 1) [Disponible en librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora