La espada sagrada

La fiesta de la primavera

La mañana de la fiesta de la primavera me levanté de buen ánimo, no me apresuro ya que mucha gente llegará un poco más tarde de lo normal, desayuno tranquilo con un haz de luz que llega justo sobre la mesa e ilumina la hogaza de pan. Siento de pronto un viento agradable, salgo a mirar colocándome en la gran sombra del árbol de mi jardín, mis ojos se iluminan al ver el espectáculo que se me presenta. Las ninfas del busque de los damascos vienen todas juntas a celebrar la primavera, estos seres son de belleza sin igual, viven en los bosques de damascos, al sur del bosque de abetos y no se suelen ver muy seguido fuera del lugar de donde provienen, exceptuando los días en que los bosques rebosan de vida como es el día del equinoccio primaveral, son las ninfas que pasando por el lado oeste del pueblo de Tagmadan iluminan con su hermosura, finos rostros, delgados cuerpos, sonrisas resplandecientes y sus largos vestidos caminando solemnemente por las afueras del pueblo para adentrarse en el gran claro de la luna ubicado en el bosque de abetos, donde se celebrará la fiesta de la primavera y las ninfas con su belleza inundarán el lugar mientras entretendrán a todos con sus bailes, es uno de los primeros anuncios que hacen las criaturas para la fiesta de la primavera, con el gran espectáculo me quedo atónito, pasa cada año pero no deja de sorprenderme, contamos con las ninfas que ya llegaron haciendo con su belleza iluminar todo el pueblo de Tagmadan, faltan los faunos que traerán sus flautas y tambores a animar con la música y sus alegres bailes, los elfos que si bien son muy reservados con las demás razas de vez en cuando se juntan con estas dando como resultados híbridos como Vriel y desde el lago que queda junto al claro de luna del bosque de abetos llegarán las sirenas a la noche para hacernos disfrutar de su hermoso canto, de esa manera es como se suele celebrar el festival de la primavera y nosotros como representantes de los humanos llevamos la comida y las bebidas de las que tanto gozan las demás razas, somos el único poblado de humanos que viven por los alrededores, por ello entre todos una vez al año nos juntamos y celebramos por lo alto la llegada de la primavera.

Me calzo el traje fijándome en el espejo si me queda bien, pero tal cual como habíamos dicho con Vriel me quedaba perfecto, todo el pueblo iba con sus tenidas de gala ya que todas las demás criaturas recibían la primavera con las tenidas formales, las ninfas con sus largos trajes de lino que parecía rociado por petalos, los faunos con sus mantos de lana, nunca verán a un fauno ocupando ropa ni nada, solo para la primavera podrán ver un fauno con manto y los elfos ocupando sus mejores trajes.

Mi padre me dice que él se quedará a despachar los insumos para la fiesta, por mi parte luego del desayuno, ver a las ninfas y vestirme adecuadamente salgo caminando, no sin antes dirigirme donde el brujo del pueblo para buscar a Sinyel.

- Hola señor Frenyol – le dije una vez me abrió la puerta

- Hola pequeño Vrindag - me saluda el padre de Sinyel, un hombre muy avejentado con una larga barba blanca que suele ocupar una túnica marrón pero que esta vez se encontraba con un abrigo y unos pantalones de tela claros, se notaba que es el dia de la fiesta de la primavera.

- Vengo a buscar a Sinyel para irnos al claro de luna.

- Claro, claro, pasa ya está casi listo si gustas podrías beber una taza de té – dijo apuntando la mesa que claramente estaba servisda.

- Muchas gracias señor Frenyol pero recién desayuné.

- Es una lástima, una verdadera lástima ya que había preparado un té muy especial, una verdadera lástima – decía mientras se alejaba negando con la cabeza.

Estaba en eso el señor Frenyol cuando aparece mi amigo con su traje, Sinyel es un chico delgado, pelirrojo, con el cabello rizado y un poco más bajo que yo, pero casi nada.

- Vaya pero que guapo – le dije para molestarlo.

- No te vayas a arrepentir de ir con Vriel y quieras ir a la fiesta conmigo – me decía todo galante.