Ocean Man

Nauru

Nu'u creció con todas las historias que sus padres le contaban. El mundo tan grande... el océano inmenso... las islas regadas por todo el mar. Sus padres le decían que de si había un marinero que viajara  lo suficiente, en algún momento encontraría la isla donde estaría más lejos de todos, donde estaría más solo, y donde estaría más perdido. Nu'u cada noche, al ver las estrellas en el cielo, se imaginaba qué se sentiría estar absolutamente solo, en esa isla, rodeado del océano y nadie más. Con ese pensamiento soñaba, siempre con su barco buscando esa isla en el medio del océano. 

Nu'u vivía en Nauru, un archipiélago a las orillas del océano. Sí, le decían a las orillas al anillo de islas cercanas entre sí, donde nada era un misterio y cualquier cobarde se embarcaría por que sabía que llegaría. Nu'u nunca tuvo tiempo para conocer otras islas de Nauru; siempre veía al océano abierto, a lo desconocido, al centro del océano. Su padre le enseñó a navegar, como todo hombre debía saber. Pero para decepción de él, Nu'u jamás zarpaba en otra dirección que no fuera al mar abierto. Él sentía en su corazón que algo lo llamaba al centro del mar, lejos de todos.

Una noche, insomne, Nu'u se levantó de su cama y dejó su casa. Caminó ansioso al mar, donde una luna llena y brillante lo recibió. Su corazón palpitaba con tanta fuerza que sentía que se iba a desmayar. Sintió un relámpago en su cuerpo que le ordenó lanzarse al océano. Esa energía que no lo dejaba dormir lo hizo tomar su barco y lanzarse al océano. En su corazón nació un nombre cuando tocó las aguas: Futuna. Nu'u se volvió el primer navegante que se lanzó al centro del mar, aunque fuere para nunca regresar. Escuchó la voz de Futuna pedir ayuda, lejos, en la isla más solitaria de todas.

Nu'u jamás regresó.