Le acepté y quedando a unos centímetros me atrajo a su cuerpo y me abrazó con suavidad.

—Fumaste —susurró a mi oído.

—¿A caso eres un perro?

—Hueles como antes, cuando íbamos a fiestas y hacíamos tonterías.

—Seguimos haciendo tonterías.

—Y te sigo amando como en ese entonces… —dejó caer su frente en mi hombro.

—¿Estás bien?

—Estoy agotado, fue un día pesado, no fue malo, sólo pesado… mañana me sentiré mejor.

—¿Eso crees? —pregunté con evidente preocupación.

—Estoy seguro, porque no tendré que salir corriendo, podré quedarme contigo el día entero sin preocupaciones.

Y verte… verte al despertar y volverme a dormir, seguro de que estarás ahí.

Sentía su voz extraña, no era su tono de borracho, él simplemente ni siquiera lucía ebrio.

Lucía vacío.

—Oye ¿Seguro está todo bien?

Negó con la cabeza dejándose caer en el sofá de la sala. —Todo está bien. —dijo, pero no parecía completamente convencido de sus palabras —Ven y acuéstate a mi lado. —susurró y antes de acercarme lo suficiente, él me había hablado hacia su cuerpo y me hizo caer sobre él. Me abrazó con fuerza y no me permitió decir palabra alguna.

—Vamos a terminar con esto, Kyungsoo-ah. —murmuró, pude escuchar cada una de sus palabras, sin embargo no dije nada. Me quedé en silencio unos segundos.

—¿Qué dijiste? —traté de hacerme el desentendido.

—Nada, amor. ¿Ya cenaste? —me miró con tristeza.

—No. Perdí el apetito.

—Creo que debería irme a casa, debo desalojar antes de que lancen mis mierdas fuera, eso si no lo han hecho ya. —dijo soltándome de su abrazo.

Asentí sin mirarlo a los ojos.

Escuché su voz despedirse, sentí sus dedos en mi cabello desordenándolo, un beso en mi frente y sus largas piernas alejándose.

Me quedé sentado en el sofá tibio, hasta que el calor de su cuerpo desapareció por completo.

Él desapareció por completo. Como si los días que volvió no hubieran existido.

La mañana siguiente no hubo un mensaje o llamada.

No hubo nada ni al día siguiente a ese.

Era como si su llegada jamás hubiera sucedido, como si en realidad todo hubiera sido un sueño.

Uno amargo, uno dulce.

Uno triste y apasionado.

Mi vida había vuelto a ser vacía, tal y como cuando se fue por primera vez.

Como si mi regalo de cumpleaños no hubiera existido.

Nunca comprendí por qué nadie lo mencionaba, ni siquiera su nombre. Ni un recuerdo, ni una pregunta por cómo estaba. Nada.

Veía el nombre de su familia ser mencionado múltiples veces en los medios, fotos de él.

El único heredero de los Park ha renunciado a su legado.

Había desaparecido. Lo había abandonado todo. Incluso a mí.

Había sido una pérdida de tiempo, a veces me culpaba por el estúpido artículo, sin embargo sabía que esa felicidad no era más que un deseo fugaz. Desde que había reaparecido, sentía que todo era demasiado irreal. Demasiado perfecto.

Friends of TherapyWhere stories live. Discover now