—Ay, pero por favor, Serena no es la misma de antes. Ustedes siempre la quisieron porque creen que es una santita.

No abrí la boca, mientras me preguntaba desde cuando Marlene me tenía tanta bronca. Alan, parado junto a Luca, bufó.

—Serena es una santita. Más pura, virgen e inofensiva que mi perra Truchita, castrada y con nueve años —zanjó.

Arqueé las cejas en su dirección y también reprimí las ganas de golpearlo. Alan siempre era Alan, carajo. Ni siquiera cuando quería defender a alguien podía ser ubicado.

—Qué divino —musité, mientras Edén decidía meterse por mí.

Ella me había estado repitiendo, tanto como Luca por Whatsapp, que no participara en ninguna de esas riñas ni intentara pelearme con nadie. Pero yo, varias veces, había pensado que no defenderme era lo peor que podía hacer. Sin embargo, cualquier paso en falso para Nora sería una prueba verdadera y por alguna razón, presentía que Edén también lo sabía.

—Marlene, mira —dijo mi amiga, poniéndose delante de mí—. No conoces a Nora de nada, ¿así que de repente eres su mejor amiga y le crees absolutamente todo de una situación en la que ni siquiera estuviste presente...? Eso sí que me parece bastante hipócrita de tu parte, sobre todo cuando el año pasado Serena te prestó sus apuntes de Física para que pudieses aprobar la materia y no llevártela a Marzo —contraatacó—. Así que haznos el favor de cerrar la boca, ¿quieres? Y tú, Jennifer, deja de seguir como perrito faldero a los demás y ten opiniones propias.

Mientras Jennifer intentaba encontrar algo para decir, Marlene apretó los labios y evitó mirarme. Un poquito de culpa no le venía mal, cuando era cierto que yo había sido hiper amable en perder mi propio tiempo de estudio en ayudarla a aprobar. Incluso le había explicado las fórmulas de física desde cero.

Alan se cruzó de brazos e hizo el mismo gestito molesto que Edén, todavía defendiéndome.

—La verdad que sí. Todo bien con Nora, pero ni la conocemos —juzgó—. En cambio, Serena está con nosotros desde siempre.

Cinthia, que había permanecido a mi lado callada y temerosa de la riña, como siempre, hizo un gemidito al escucharlo salir en mi ayuda otra vez. Pero, la verdad, es que el gemido de emoción era porque él estaba, sutilmente, apartando a Nora de sus posibles conquistas.

—Hagan lo que quieran —refunfuñó Marlene, marchándose herida y altanera. Jennifer la siguió al instante

Cuando estuvo lejos, el círculo de presentes se cerró y Holly se dedicó a darme palabras de ánimo, mientras Luca, Alan y sus amigos debatían en voz baja la actitud de las chicas.

—Oye —Alan llamó mi atención, cortando a Holly—. No sé que bronca hay entre ustedes dos, pero que me la juego a que no le hiciste nada. Tu no le pegarías a nadie, Haider.

—¡Cla-claro que no! —explotó Cinthia a mi lado, sobresaltándome. Edén la miró con los ojos como platos—. Serena es la persona más buena del mundo, y aún cuando tiene problemas en casa jamás sería capaz de lastimar a alguien.

—¡De eso hablo! —festejó Alan, acercándose con la palma en alto para chocarla con Cinthia, que titubeó y estuvo a punto de desmayarse—. No le den bola. Ya me parecía a mi que Nora era un poco rarita.

Se alejó del grupo, tirando de Luca con los demás y nosotras tres nos quedamos con Holly, que siguió diciendo lo mala persona que era Nora y era obvio que mentía.

—Si yo estuve haciendo los ejercicios de gimnasia junto a ustedes y ni siquiera trabajaste con Nora —me dijo—. Edén lo hizo.

—Pero quien no prestó atención se lo cree —bufé.

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