Es frustrante a tal punto de querer dejarlo todo y no intentar más, pero hay algo que me impide seguir, es una sensación de vacío que me atormenta cada noche hasta dejarme sin respirar.

Una semana después suena el teléfono y hago el intento de pararme a buscarlo. Pero luego lo pienso y deduzco que de todas maneras no llegaré a tiempo, así que lo dejo sonar hasta que sale la contestadora.

- Buenos días, Sra. Dakon - suena desde la otra línea, - le hablamos desde Pride Press para informarle que su solicitud ha sido aceptada y la estaremos esperando el próximo lunes a las 8:00 AM para aclarar ciertos puntos antes de comenzar. Tenga buen resto del día - el músculo bombeador de sangre está a millón. Me aceptaron, podré trabajar en uno de los periódicos con mayor índice en el mercado.

Al levantarme de la mesa trato de moverme lo más rápido que puedo rumbo a la gran habitación. Entre mi bolsa busco mi celular para marcar a alguien y contarle la buena noticia, solo para caer en cuenta unos segundos más tarde que no tengo a nadie así que dejo caer el aparato junto conmigo en la cama color caoba, ubicada entre las dos mesitas de noche de un color marrón claro que solo me recuerda a la playa. Pasarme el día entero entre cuatro paredes no es muy tentador que digamos y todavía me siento perdida cuando salgo, es como si nunca hubiese vivido aquí.

Al caer el sol llega Santiago a casa y me encuentra poniendo la mesa.

- Te ayudo.- me dijo.

- No, está bien. Yo puedo - afirmé.

Él dudó, pero luego simplemente se dirigió a la mesa, el cansancio era evidente en sus oscuros ojos.

- ¿Sabes? Hoy me llamaron desde Pride Press - le comenté de manera emocionada. Él por su parte no estaba de humor. “¿Y qué pasó?”- respondió con desgana.

- Pues que me aceptaron y quieren que comience mañana mismo.

Santiago abrió los ojos como dos platos casi a punto de salírsele de las cuencas. - No puedes ir. No creo que sea conveniente que salgas de la casa en tus condiciones.

- ¿Cómo no?

- No creo que sea seguro - dijo de manera más irritada.

- Pues no me interesa, mañana voy a primera hora de la mañana y punto. - lo dejé solo en la mesa y mis cansados pies me guiaron lentamente hacia la cama, la cual me sumergió en el más profundo de los sueños.

Es un pasillo largo, tan largo que no logro divisar su final. Todo es blanco como la cal. Estoy cansada, muy cansada pero sé que debo llegar, tengo que llegar antes que él. No logro entender, solo sé que debo correr. El frío piso bajo mis descalzos pies me deja casi sin aire. Casi llego, sólo un poco más. Una luz cegadora se posa frente a mis ojos y… un latigazo cortante, como electricidad, me corta la respiración y caigo, un frío glacial desde lo más profundo de mí ser atesta la parte superior derecha de mi muslo. De pronto todo se vuelve rojo, un rojo carmesí que danza por la cerámica de mármol que yace bajo mi ya inmóvil y frágil cuerpo. Siento unos pasos, fuertes, seguros, constantes, aproximándose a mí, mi pulso se acelera, estoy a punto de ceder bajo la inconsciencia. El dolor agonizante nubla mis pensamientos y los pasos mis oídos. Siento miedo, un miedo que colapsa mis pulmones porque sé que esos pasos no vienen a mi rescate…

Suena el despertador. Mi respiración entre cortada hace que mis palmas se agiten a tal punto de no poder encontrar el botón para silenciar el molesto aparato. La suave almohada empapada de sudor y las blancas sabanas haciendo un juego entre mis piernas como si fuese una camisa de fuerza. Tanteo sobre la cama en busca de un cuerpo cálido pero no encuentro más que un vacío devastador que hace tiritar mis huesos.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2014 ⏰

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