Creo que el dormir poco tiempo y el cansancio por lo de Phoebe me ha puesto de verdadero mal humor.

Tara se levanta, toma su bolso de la mesa, se lo cuelga al hombro y me hace una seña con la cabeza para que salga.

—¿Vamos?

Me acerco, pero antes de salir la voz de mi compañera de habitación me detiene.

—¿Qué diablos es todo éste alboroto?

Daphne está en la mitad de las escaleras, con las manos en la cadera tratando de verse superior. Hay que admitirlo, Daphne viene de millonarios, así que tiene un lenguaje bastante alto; ahora mezcla las palabras que ha utilizado toda su vida con las que yo ocupo. Ella pasa mucho tiempo conmigo, realmente no sé cómo nos llevamos bien.

—Estábamos peleando porque he llegado tarde otra vez e íbamos a charlar fuera, para no despertarlas—dice Tara, en parte es verdad, pero ella siempre sabe lo que hace cuando miente. —¿Verdad, Jones? —Me hace una seña para que asienta.

Estoy harta de los rodeos que le dan a ésta situación.

—Vamos a robar.

Un silencio se hace presente en la entrada. Tara me observa indignada y a Daphne se le ha caído la boca al suelo.

 Oh, vamos, como si nunca lo hubieran hecho.

Nadie habla, Daphne dirige su mirada hacia mí y luego a Tara; lo repite, tratando de que le demos una explicación.

Esto me tiene harta.

—Necesitamos pastillas para Phoebe ya que se le han acabado y como es bipolar, no hay nada que podamos hacer—inhalo todo el aire que puedo y suspiro—, además creo que te has dado cuenta de la hora que es. No creo que alguna tienda esté abierta.

El rostro de Daphne está inescrutable, no tengo la menor idea en lo que está pensando. Por otro lado Tara tiene la cara más demostrativa que he visto: se puede leer claramente Amber Jones eres una puta maldita, sólo no te rompo la cara porque no quiero hacer otro escándalo y despertar a Blackwell. Daphne se recupera, o tal vez no, porque ahora ella es un claro ejemplo de cuando una persona va a desmayarse: está muy pálida, se balancea levemente de un lado a otro y se mantiene agarrada fuertemente del pasamanos.

Creo que me he pasado un poco.

Dios, que alguien me dé un armonil.

—¿Cómo qué Phoebe tiene bipolaridad? —Finalmente Daphne se ha sentado en un escalón, procurando no caerse de bruces contra los escalones.

—Es una larga historia, y no tenemos tiempo para eso. —dice Tara.

—Espérenme, voy con ustedes. —Rápidamente Daphne se levanta y sube las escaleras.

Maravilloso. Pienso en dejarla aquí e ir sólo con Tara, pero ella está con un humor de perros por haberle contado a Daphne sobre Phoebe. Además, me acabo de dar cuenta que no llevo ni una chaqueta puesta ni un pantalón decente; le gritó que me los baje.

Luego de una eternidad, Daphne baja completamente arreglada; ésta chica cree que somos James Bond o algo por el estilo. Está vestida de negro de pies a cabeza y lleva una sudadera con capucha sobre su corto cabello rubio; en su antebrazo está colgada mi chaqueta favorita y un buzo azul marino. Me los lanzó y rápidamente me los puse, abrimos la puerta con cuidado y nos largamos de ahí a la farmacia más cercana.

La primera farmacia que vemos a lo lejos es de esas que abren las veinticuatro horas del día, pero tengo dos problemas: no traemos dinero y tampoco la receta médica para poder comprar honradamente las pastillas, así que seguimos nuestro camino.

Bad GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora