Capítulo 21 | Lista de dementes.

Start from the beginning
                                    

—M-me a-acosté con Alex —pronuncié, entre balbuceos. Manifestarlo en voz alta sólo lo hizo más verídico. Y aunque sentí que me liberé, también percibí la culpabilidad contenida en mi interior, intensificarse.

Por unos segundos, un espeso silencio se instaló en el ambiente. Pensé que Marcia chillaría o festejaría por la alegría, sin embargo, la única reacción que tuvo fue abrir los ojos como platos.

—Debes estar bromeando —masculló, perpleja. Yo meneé mi cabeza, hipando—. Y... ¿Qué? ¿Acaso abusó de ti? ¿Lo hizo sin tu consentimiento? ¿Te drogó y luego tuvo sexo contigo? —me interrogó de sopetón, posicionando sus manos en torno a sus caderas e inclinándose ligeramente hacia adelante para inspeccionarme.

—No —respondí, tragando grueso—. Los dos estábamos ebrios, y sólo... Sucedió —confesé. Marcia dejó escapar un extenso suspiro de alivio.

—¡Me has asustado! Romper a llorar después de haber tenido sexo es anormal, a menos que alguien te haya violado —decretó, cruzándose de brazos sobre su pecho, lanzándome una mirada severa.

Ninguna de las dos emitió algún sonido por un período de tiempo, supongo que era porque ambas estábamos procesando las acciones y palabras de la otra.

—Entonces... —hizo una larga pausa, antes de dejarse caer sobre el sofá color uva, junto a mi—. ¿Qué hay de malo en ello? —arrugó el entrecejo de nuevo.

Extrañamente, Marcia no estaba enloqueciendo de la felicidad, ni atacándome con preguntas para que le detallara el momento, u celebrando porque había tenido sexo después de mucho tiempo en "sequía", como ella le llamaría.

Tomé aire, para empezar a relatarle los acontecimientos, ya que, debido a que estaba manteniendo la calma, me sentí en confianza para hacerlo.

—Que, siendo honesta... Me gustó. El hecho de despertar desnuda en su cama al otro día, me aterrorizó muchísimo, tanto que no pude pensar en nada más que eso durante el resto del fin de semana —expliqué, enderezándome para abrazar mis piernas y centrarme en Pedro, que se hallaba caminoteando en su jaula—. Luego traté de recordar cómo ocurrió, pero no lo logré, no hasta que nos encontramos hoy y mis ojos se chocaron con los suyos —suspiré, acomodando mi barbilla entre mis rodillas.

»Fue como un momento de lucidez. Cada sensación que experimenté esa noche volvieron a mí como un torbellino. Y, estoy segura de que... Fue increíble —finalicé, lo que provocó el nudo se instalara en mi garganta.

¿Por qué demonios de esa forma? ¿Por qué con Alex? ¿Por qué no podía ser otra persona? ¿Por qué las cosas tenían que ser tan complicadas para mí?

—Sigo esperando que me digas la parte mala de todo —farfulló Marcia, pensativa. ¿Acaso no lo veía?

Por supuesto que no. Ella no tenía idea del trato. Sacudí la cabeza. ¿Debería decirle?

Mejor no, quizás ya había sido demasiado bocazas contándole que Alex y yo habíamos tenido sexo.

—Mira, Kath. Las cosas parecen terribles porque tu las ves de ésa manera. Francamente, yo no le veo nada de horrible a que le hayas dado uso y calidez a tu amiguita, porque la ha necesitado —opinó, Marcia. Ah, ya volvía a ser ella de nuevo—. Si quieres ir por a por una relación más seria, está bien. Hasta dónde yo sé, Alex es soltero y tú también lo eres. ¿Cuál es el inconveniente?

Incluso aunque rebusqué en mi gabinete mental de argumentos, no encontré nada que me fuese útil, además de el trato y Elanese; y ella era alguien a quien no debía mencionar si no pensaba admitir que Alex y yo éramos una farsa.

Pero, de resto, ni siquiera yo tenía la certeza de cuál era el inconveniente de andar con Alex. Tal vez estaba asustada de todo lo que producía en mí, de que me hiciera salir de mi zona de confort.

Hasta después de la boda ©Where stories live. Discover now