Bésame.

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Ayano sonrió tras ver como su adorada Taeko llegaba de manera apacible a la fuente ubicada en el medio de la escuela. 

Taeko, sentada, leyendo un libro; Ayano, espiándola.

La chica de los cabellos negros se sentía tan inalcanzable para Ayano... ella tenía tantos pretendientes, era tan amable y tenía una excelente capacidad social.

Ayano no se sentía capaz de hablarle. 

Pero tuvo que detenerse. No podía seguir espiándola. Una mano se poso blandamente sobre su hombro. Asustada, la chica volteó. 

    — ¡Muy buenos días, soy Amao Odayaka, de la clase 2-2, soy el líder del club de cocina y en esta mañana me gustaría ofrecerte estos pequeños postres, recién hechos por mí! — dijo el chico, con entusiasmo. 

Ayano, molesta, tiró al suelo la bandeja del chico de los cabellos castaños, quien, desconcertado, juntó sus manos, frente a su pecho, y ladeó su cabeza. 

      — Veo que haz comenzado este día con el pie izquierdo, lo cuál, me hace sentir profundamente triste. Empatizo contigo, pero no me parece correcto que tú no lo hagas conmigo. Si no querías de mi comida, estaba bien, pero quizás alguien sí la quería y tú le haz arrebatado esa oportunidad por hoy, y, además, haz hecho que mi esfuerzo sea en vano. Deberías ser más amable —. El chico, molesto, tomó los bocadillos ya estropeados y los puso sobre la bandeja, para poder tirarlos a la basura y más tarde, volver a su club e intentar preparar algo para repartir entre los estudiantes antes de que comenzaran las primeras clases. 

Aishi sentía que no podía estar más molesta. Se sentía humillada. Se dispuso a caminar a otra parte, pero tras voltear, se dio cuenta de que su bella enamorada, Taeko Yamada había observado esta escena y estaba molesta. Ella miraba a Ayano con desagrado, movió su cabeza hacia los lados como gesto de desaprobación y volvió a sumirse en su libro de páginas amarillentas. 

Esto la hizo sentir aún peor. No podía dejar pasar aquello. La solución era, vengarse o arreglar las cosas directamente con Taeko, y entre estas alternativas, escogió la primera. 

Ella se dirigió con el vicepresidente del club de cocina: Shoku Tsuburaya, y solicitó unirse al club. Fue aceptada. 

Aquella tarde, ella se encontraba participando de las actividades junto a los demás chicos pertenecientes a esta asociación. 

Ansiosa por cobrar venganza, con el chico que la había dejado mal parada frente a su enamorada, fue la primera en llegar, pero el salón estaba cerrado bajo llave, y Amao era el único que tenía las llaves del salón aparte de los chicos del consejo estudiantil y funcionarios de la academia, así que se vio en la obligación de esperarlo. Odayaka no tardó mucho. 

       — ¡Hola, dulzura! Shoku ya me contó que estarás participando con nosotros. Espero seas tan buena cocinando como lo eres para desafiar a los demás — dijo el del cabello castaño tras verla, y mientras abría la sala — Aún queda media hora para comenzar con las actividades del club, pero como soy el líder, debo limpiar y planificar que haremos hoy, por lo que siempre llego antes y, ya que llegaste temprano ¿Por qué no me ayudas a hacerlo? Así no será en vano el haber venido ahora — agregó. 

Ayano asintió con la cabeza. 

Ambos ingresaron al salón.

Mientras Amao ponía una empalagosa balada en su celular, a un volumen exagerado, Ayano miraba la sala de forma minusciosa, deteniéndose en un cuchillo que se encontraba sobre un pedestal, como si de algo muy valioso se tratase. 

Amao tomó un trapo y comenzó a sacudir la mesas y los muebles de aquel lugar, con mucho entusiasmo. Él comenzó a mover sus pies al ritmo de a música, para luego añadir movimientos más complejos; parecía fundirse con aquella melodía. 

           — ¡Baila conmigo, Ayano! —. Este soltó el paño y le extendió su mano a la de los cabellos azabaches, y, sin esperar una respuesta, la obligó a acompañarlo. 

            — Esto no es bailar, idiota — dijo ella, en un tono desagradable. 

Odayaka la soltó y se dirigió al refrigerador, sin borrar aquella bella sonrisa, digna de propaganda de pasta dental, de su rostro. 

Mientras este estaba distraído, Ayano tomó el cuchillo que había visto anteriormente y, con rapidez, lo clavó en su espalda, con mucha fuerza, hundiéndolo así en ella. 

Amao, boquiabierto, y estupefacto, volteó a verla. Comenzó a llorar y le sonrió. Sentía que era una situación ridícula, casi cómica, el ver como una chica que apareció de la nada, acababa de terminar con su vida, y él no tenía idea del porqué. 

             — Bésame — pidió el castaño, con dificultad. 

             — ¿Qué? — cuestionó Ayano, sin comprender. 

             — Llevo... un buen tiempo... espiándote... porque... me gustas... — este hizo una pausa, pues el aire le faltaba y le dificultaba el hablar — bésame... antes que me digas adiós... tú querías... matarme, y me mataste... ahora dame en el gusto a mí, y... bésame, porque yo no... quería morir, menos as...í 

Ayano no pudo hacer más que sentir pena por él. Comenzó a llorar también. Quizás había sido estúpido matarlo, pero luego recordaba que él la había avergonzado delante de Taeko y esa pena desaparecía. 

              — Está bien — finalizó ella. Plantó un casto beso en los labios del contrario, provocando que, tras separar sus labios, la sonrisa de Amao se ampliase.

               — Gracias, Ayano. 


Bésame | Amao Odayaka x Ayano.Where stories live. Discover now