-Es un sitio precioso –me dijo, hablando con seriedad-. Y has sido muy valiente, Chase. Gracias.

Mientras le daba un sorbo al batido me encogí de hombros. Para mí, haber dicho aquello no tenía nada de valeroso.

-No quería que pensaras que había sido un completo fiasco la cita –expliqué, aferrando con fuerza el envase del batido-. Sé que en el restaurante me he comportado como un auténtico capullo, me gustaría tanto contarte todo… pero no puedo. Porque no me incumbe únicamente a mí, ¿entiendes?

-Por supuesto –contestó, aunque no tenía muy claro que lo hubiera entendido del todo-. No te preocupes, creo que puedo entenderlo, y acepto tus disculpas.

Empezó a temblar de frío a causa de la poca ropa de abrigo que llevaba. Se aovilló y yo, instintivamente me acerqué a ella, dispuesta a que mi calor sirviera para calentarla un poco. Los licántropos teníamos la bendita suerte de tener un par de grados más que los humanos, lo que nos convertía en unas prácticas y transportables estufas para noches como ésa. Poco a poco, Mina fue acercándose más a mí, aliviada por el calor que desprendía. Lo que sucedió a continuación fue a causa de un impulso: le rodeé la cintura y la empujé hacia mí, hasta que estuvimos ambos el uno contra el otro.

A pesar de estar prácticamente pegados el uno con el otro, Mina no paraba de temblar. Aunque no sabía si el motivo era debido a mi cercanía o al frío.

-No paras de temblar –dije, en voz baja-. No te preocupes, si quieres podemos marcharnos ya…

Bueno, había sido una buena noche al final, pero no podía negar el evidente hecho de que hacía demasiado frío para seguir por allí. Hice un ademán de incorporarme y la mano de Mina se aferró a la manga de la chaqueta que llevaba; bajé la mirada con curiosidad y sorpresa, sin entender a qué se debía eso. Como habréis podido comprobar, en el tema de mujeres era un completo negado.

Mis ojos quedaron a la misma altura que los suyos y ambos fuimos conscientes de la poca distancia que había entre nosotros. Al igual que la primera vez que le puse el casco, apenas había espacio entre nosotros.

Esperaba que Mina se apartara, que retirara la cara. Pero no lo hizo.

No lo hizo.

Y, aunque estaba un poco perdido en temas relacionados con las mujeres, aquello quería significaba que me estaba dando permiso para lo que llevaba dándole vueltas toda la noche: besarla. Únicamente tenía que inclinarme un poco más y ya; pero, ¿qué pasaría después? La solución que se me ocurría después de que la hubiera besado sería una buena y merecida bofetada.

Bueno, de perdidos al río, me dije. Acorté la poca distancia que había entre nosotros y la besé. La sensación fue… única; al contrario que me sucedía con Lorie, con Mina fue distinto. Si con Lorie no sentía absolutamente nada, con Mina sentía que corría por mis venas puro fuego. Una descarga eléctrica me recorrió por completo y, por un instante, tuve la tentación de echarme a aullar.

En el fondo de mi mente, un coro de pequeños Chase me aplaudían y aullaban con ganas.

Al separarnos, me la quedé mirando, completamente fascinado. Ya no había dudas: estaba seguro de que Mina era mi compañera. Había conseguido despertar en mí lo que Lorie no lo había logrado en los años que habíamos estado juntos.

Le dediqué una amplia sonrisa.

-Creo que es mejor que nos vayamos –dije-. Cada vez hace más frío.

Fui el primero en ponerme en pie. Le tendí una mano a Mina y ella la cogió sin dudas, lo que me demostró que aquello era real. Igual que el beso. Me desperecé como un gato mientras Mina se sacudía los pantalones, quitándose los restos de hierba que se le habían quedado enganchados.

Growl. (Saga Wolf #2.)Where stories live. Discover now