—¿Cuál es la situación del rey en estos momentos?—cuestiono, no tuvo que alzar su tono para que todo el mundo le prestara atención, su voz era imponente.

—El rey sigue vivo, pero ahora mismo su situación puede ser grave sin la atención necesaria. Es resguardado por el conjesero Maximo Kasen, sin embargo, ni él que es un hombre adiestrado al igual que nuestro rey en las fuerzas armadas puede garantizar su seguridad y por ello solicita el favor de la reina para enviar una brigada de rescate en su búsqueda y ella está aquí para hacer la solicitud.

—Entiendo la situación consejero Burhant, sin embargo, movilizar un grupo hacia la frontera sin la certeza de lo que encontraran ahí, seria enviarlos a una muerte segura—expreso, quizás con la intención de hacer dudar a los presentes. ¿Aquel hombre era un opositor al gobierno de William?

—¿Acaso espera un salvoconducto del rey solicitando su propio rescate?—impuso un hombre junto a él, pero este era mucho más joven, apuesto y aparentemente indoblegable.

—Señores no olvidemos que ha sido el rey quien los ha puesto en el lugar en donde se encuentran ahora, este no es el momento para sacar a relucir sus oposiciones, sino que debería ser el momento para unirnos como el reino poderoso al que representamos—impugno hacia el público que lo observaba, pero dirigiéndole una mirada mordaz hacia aquel anciano—es substancial trasladarlo al palacio, no nos dejemos llevar por la inquietud que representa la declaración de una guerra, es la vida de nuestro rey de la que estamos hablando.

—¿¡Y si nuestro rey muere!?—grito alguien entre los presentes. Mi corazón se hizo pequeño al escuchar aquel mal augurio—¡Debemos estar preparados para lo peor!

El hombre se quedó en silencio por varios segundos que parecieron interminables, tal vez razonando lo que pronunciaría, entonces el consejero Burhant aclaro su garganta y eso fue suficiente para que la sala quedara en silencio, parecía el silencio sepulcral de un funeral.

—Señores—su palabra parecía ser decisiva en estos momentos pues además de mí ese hombre era una autoridad elemental en la corte real—nuestra reina está presente ¿Cómo se atreven hablar de muerte en frente de ella? ¡Nuestro rey está vivo! No debemos apresurarnos a ninguna calamidad, deben recordar que si él muere tenemos a nuestra reina, el reino de Athos no quedara desamparado.

Los aplausos no se hicieron esperar, parecieron conformarse con lo ya dicho y entonces después de sus palabras el consejero Burhant me permitió tomar la palabra.

—Sé cuan destructiva puede ser una guerra y cuan expuesto está el reino sin su rey—declare tratando de aparentar calma, ellos necesitaban confianza, creer en alguien o algo que nos brindara ventaja sobre la situación, pero desgraciadamente solo me tenían a mi y para evitar que sus esperanzas cayeran debía creer en mis propias palabras y darles la seguridad de que podían confiar en mí, aunque ni yo misma confiaba en mí—pero tal y como se dijo debemos estar unidos aun si nuestro rey no esta presente, tenga la seguridad de que estaré con ustedes hasta el final de esta guerra. Ahora debemos advertir a la población y salvaguardar el bien de los ciudadanos hasta que nuestro rey esté devuelta y dictamine la ofensiva que nuestro ejército ha de tomar.

Los aplausos duraron más de un minuto, vítores y demás ánimos, luego se comenzó a hablar de enviar a una legión de la milicia que fuera en rescate del rey. Nadie sabía más de lo que yo tenía entendido, la única notificación que se recibió fue la que Maximo Kasen habia enviado, no teníamos idea de cuál era su ubicación exacta y por supuesto nadie quería sacrificar las vidas de los integrantes de esa legión, pero el consejero Burhant advirtió que habia una persona que conocía el paradero del rey y por tanto se delibero a que él encabezaría la legión y se debía proteger su vida a toda costa. Aquel hombre era el mensajero que habia enviado la notificación.

Amor De CristalWhere stories live. Discover now