27. VENENO, DOLOR Y PARTIDA

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—¡Nunca vi un hombre más hermoso, gallardo y vigoroso como tú, caballero de Herczog! —continuó Ananziel—. Desde que supe que un hombre llegaría de Hungría a las tierras de Guanajuato, ciudad en la que vivía en aquél entonces, para llevar el cargo de Guardián de la Santa Inquisición Extranegrumal, tuve una gran expectación. Entonces te miré por primera vez cuando apeaste del carruaje de olmo con tus padres, esposa y hermano. Lo primero que advertí fue tu largo cabello platinado, como empapado por la miel de la luna, rozando tus perfectos pómulos de alabastro, cuyos mechones sueltos ocultaban sutilmente los lumínicos ojos que brillaban como cristales en un intenso azul y que al poco rato me miraron. Allí supe que tú me pertenecías. Allí percibí por primera vez todo el poder sobrenatural que estaba adherido a tu espíritu. Allí entendí que además de poseer una belleza sobrehumana, también eras favorecido con un poder de igual magnitud.

"Por eso, aun si estabas casado con la estúpida de Aurora, mis deseos por poseerte no cesaron. Esa razón me instó a deshacerme de ella y el hijo que esperaban. —Un doloroso recuerdo se trazó en el semblante de mi desdichado ángel, a quien le temblaban los labios mientras sus ojos se desbordaban mientras era perseguido por las palabras de Ananziel—. Después tuve que valerme de Alfaíth para llegar a ti. ¡Ah, pobre imbécil! Era tan joven e inexperto que logré fácilmente engañarlo a base de seducción, la debilidad de los hombres poco sensatos. Alfaíth, ingenuamente, tuvo a bien decirme todos tus secretos: me habló sobre tus poderes innatos y toda una detallada biografía de ti. Y te logré enamorar. Para entonces Balám me había comisionado a crear una secta secreta en su honor. Al primero que uní a ella fue a Alfaíth, a quien urgí vender su alma al demonio con el propósito de que le fuera concedido poder, del cual planeaba beneficiarme en el futuro.

Mientras Ananziel se concentraba en sus palabras yo trataba de saber lo que pasaba con Ric. Sólo podía escuchar sus frágiles jadeos y los murmullos de Rigo y Estrella. Me conformé con pensar que sus sortilegios estaban surtiendo efecto sobre él.

—Fue durante uno de nuestros rituales de magia negra que Balám me nombró sacerdotisa escarlata —prosiguió la dueña de mi cuerpo—, llamada así como seña de que yo era la lideresa de la secta y porque en nuestros sacrificios siempre predominaba la sangre. Luego de ofrendar a Balám la sangre del joven virgen con el que me casé en secreto de ti, el demonio surgió de un caldero negro donde previamente habíamos echado a cocer a siete recién nacidos. Como agradecimiento por el festín de invocación me ofreció un regalo, cualquiera que yo le pidiese. Sin mucho sopesarlo le solicité me concediera la inmortalidad, y el mismo beneficio para todos los que pertenecieran a su orden.

"Me mandó, pues, la empresa de forjar un libro con hojas de madera de cedro rojo (cuyo aroma tiene la cualidad de atraer espíritus errantes) y empastarlo con el cuero de un ternero alimentado a base de sangre de humanos y recién nacidos sin bautizar. Balám me prometió que quien escribiese su nombre con su propia sangre en las páginas del libro ganaría la gracia de la inmortalidad. Mas para ello el libro debía de ser previamente conjurado durante siete horas con invocaciones demoníacas. Requerí de los únicos adeptos que tenía afiliados a la orden para el rito de forjamiento, y mientras unos recitaban los conjuros, otros escribíamos en las hojas de madera las oraciones que el mismo demonio nos dictaba.

"Pero faltaba la parte culminante de la conjuración, la más importante de todas. Y es cuando entras a juego tú, amado mío.

El silencio, la fijeza y la conmoción con que Briamzaius me miraba me llevaban a pensar que quería saber por boca de Ananziel las verdaderas motivaciones que la habían llevado a hacer lo que hizo. Quizá por eso la dejó continuar:

—Faltaban dos días para nuestra boda, ¿lo recuerdas?, cuando te revelé mis oscuros secretos, ¡y tú fingiste que me ayudarías! Pero todo fue una mentira. ¡Revertiste el conjuro final del Mortusermo y, sin proponértelo, lo convertiste en lo que ahora es, un maldito portal para atraer espíritus del expiatorio en lugar de ser un instrumento de inmortalidad!

MORTUSERMO: EL JUEGO DE LOS ESPÍRITUS ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt