Gwachvlad - Amor, Confusión, Destino y Destruccion.

El caos en el Alter-mundo.

Todos en la ciudad de Rhyeren gritaban vociferando a todas partes, estallaba el caos completamente e iban de un lugar a otro discutiendo sobre que deberian hacer, si las cabalas podrian actuar o ir de inmediato a ponerle fin ellos mismos al mundo tangible, inaudito describir la gran cantidad de desorden que se habia montado al recibir la noticia... una que hizo que todos se pusieran rojos de ira y gritaran improperios a los sacerdotes, dirigentes y hechiceros.

Nadie sabia porque, pero los portales que se abrirían al mundo tangible estaban cerrados, estaban desiertos y los mecanismos de las torres de plata que los hacían funcionar estaban cerrados, destrozados y estropeados. Todos estaban furiosos y habían incluso algunos que se habían colado ilegalmente al mundo de los humanos para empezar ellos mismos la destrucción, pero ni todo el poder mágico acumulado podía ejercer gran influencia en el plano ajeno donde vivían "los insensatos", que era como los llamaban, porque decir algo en la lengua de fractales estaba prohibido (aunque igual es inteligible para nosotros y ni siquiera se puede escribir). 

El fin del mundo pronosticado y cuidadosamente planeado durante siglos ahora no llego, ni siquiera había cambio alguno en la dimensión material y tampoco si hubo menguado nada la guerra eterna entre dioses del "mundo encima de" quienes apenas veían con desdén y desprecio a los marginados hijos de la dimensión intermedia. Las grandes promesas se habían desvanecido ese día, todos ellos ciudadanos de la adimensionalidad recogidos en un punto ciego de la existencia pasaban de nuevo a ser, mas que ignorados, mas que infravalorados... era algo que debía solucionarse.

...

Alli en la ciudad relucian los espejos sobre las avenidas, todos estaban fuera de sus edificios y marchaban por las avenidas como el mercurio deslizandose sobre las rocas, las puntas afiladas de los arboles rojos que crecian como venas al firmamento drenaban la energia constante del mundo material, pero apenas habia suministro de ella apagandose paulatinamente. Era un suplicio el sentir el hambre producida por la calma del mundo mas alla del retorcido sol grisaseo que cubria la extension total de los mundos satelite.

Esa era la razon, alli en el trono de obsidiana se habian reunido los conclaves y las cabalas, cientos de hechiceros, portavoces, desfiguradores, clamantes y abjuradores discutian y se rasgaban las vestiduras de rojo añil mientras pensaban a quien acudir. Estaban desesperados. 

Un ser entre toda la masa alborotada se hallaba durmiente en la cima mas alta de la torre oscura que dominaba toda la ciudad, y mas alla se curvaba como la rama de un arbol sosteniendo entre ellas los fragmentos dispersos de las ciudades, caian de todas partes los orbes que usaban las personas para iluminar sus caminos, rehuyendo a la esperanza de encontrar una solucion. Entonces tocaron a su puerta 12 escribas, todos ellos tenian en sus manos placas metalicas sobre las que pasaban los dedos ritmicamente, haciendo sonidos que se traducian en recuerdos y que hablaban con las voces de los abjuradores.

- larguense...¡¡¡- grito a la multitud mientras estaba recostado sobre una losa ardiente de onix, Gwachvlad no necesitaba ser molestado y menos ahora que el movimiento de la torre se sacudia mientras la ciudad entera se sacudia enrollandose como un cilindro para evitar los nocivos filamentos que caian del mundo de arriba en la forma pura de emociones desatadas.

- la cabala requiere que regrese arriba...- hablaron a coro los 12 escribas, Gwachvlad no reacciono y usando su mano envio a la pared de la entrada 12 placas de plata que cerrasen todo hueco al exterior.

-la cabala y sus intenciones son insanas... -los escribas se vieron entre ellos, no entendian la palabra y volvieron a hablar a las placas que se pegaban a la pared como hojas de papel mojadas