—¿Cómo sabes que no es de la víctima? —pregunta, inquisitiva y ligeramente incrédula.

—No lo sé —contesto—. Simplemente hago uso de mi cerebro reptil.

—Y la comprobación científica, ¿dónde queda? —ríe.

—Estoy en ello. Por si no te has dado cuenta. —Saco el aire sonoramente y, al fin, me decido a verla. Es una chica de unos veitisiete años, cabello largo color rubio oscuro, controlado en una trenza que pasa por su hombro izquierdo hasta su pecho, ojos de miel y lleva puesta una sudadera del dragón de esa película animada de vikingos debajo de la chamarra del uniforme que dice «Forense» en la espalda—. ¿Y tú eres...?

Sonríe brillantemente. Al principio me parece una rarita. Después, casi la siento linda.

—Soy Olivia Lugosi. Llámame Bela.

—Pero... ¿Bela? ¿De dónde viene eso? ¿Segundo nombre?

Alza los hombros y me mira como si yo fuese un estúpido, y por un segundo, casi creo que lo soy.

—Llámame Bela porque así lo quiero, punto.

—¡Veo que Quántico ha conocido al Gran Doctor Valentine! —Jones irrumpió con emoción.

—¿Quántico?

—Si, estuve un tiempo en el FBI... —aclara, molesta—. Parece que es el mejor apodo que pudieron encontrar.

Perfecto, otro estadounidense, pero con acento inglés.

—¿No te gustó el apodo? —El detective Jones suelta una carcajada. Claramente intenta molestarla, así como se le hace reglamentariamente a todos los nuevos.

—Da igual, detective, llámeme como guste.

La evalúo de nuevo en silencio. Su expresión no me dice mucho, el tono de su voz me indica que no le importa demasiado los intentos erráticos de Jones ni la situación en general. La forma en la que se mueve es extrañamente natural; observa alrededor mientras conversa con nosotros y en ningún momento muestra señales de buscar algo en específico.

Era... ilegible.

De nuevo veo la chamarra. Si leí bien, realmente lleva la palabra «Forense». Entonces, ella trabaja conmigo. Seguramente es el reemplazo de Davis, mi antiguo compañero, quien decidió probar a qué saben las balas y murió en el intento.

Aun no estoy seguro de que su llegada sea algo conveniente. Soy un hombre de hábitos y rutinas preestablecidas, mi modo de vida es especial, perfectamente adaptado a mis necesidades, las cuales no son comunes.

Davis era un tipo callado que no se metía con nadie, solo hacía lo que debía hacer y nada más. Quizá por eso nadie vio venir su repentino suicidio. Bien, nadie menos yo. Sinceramente, supe que algo andaba mal con él desde el principio, pero mi personalidad de maldito no me permitió hacer algo al respecto. Aparte, creí que si ayudaba a Davis, las cosas cambiarían entre nosotros y la situación podría ponerse difícil para mí. Mi estilo de vida se vería afectado gravemente. Sé que esa no es excusa válida para comportarme con tanto egoísmo, y quizá me sienta culpable... o no. Da igual, no hay nada por hacer, el tipo está muerto y ya.

—Eres el doctor Raphael Valentine —dice ella, una vez que los detectives Jones y O'Down se retiran—. He escuchado mucho de ti... tu reputación te precede. Aunque varios dicen que eres un maldito creído, un esnob y un imbécil.

Vaya, es directa.

¿Es una provocación?

—Quiero creer que sacaste fotos del cuerpo antes de que lo movieran. —Algo en mí se remueve con sus palabras, pero no mostraré emoción alguna, la ignoraré y cambiaré el tema. No estoy de humor para relaciones sociales.

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⏰ Last updated: Sep 01, 2018 ⏰

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La oscuridad de Raphael y Bela LugosiWhere stories live. Discover now