El Final

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Hace muchos años atrás cuando aún existían elfos, magos, trolls, dragones y criaturas que solo veríamos en sueños, había un valle en tierras muy muy lejanas, casi al borde del abismo del planeta, ahí habitaban pequeños seres, demasiado pequeños para ser visibles, tal vez del tamaño de un conejo, pero hablo de los conejos de hoy en día, no el de esas tierras lejanas. ¡Oh mi amigo! No hubieras querido encontrarte ese tipo de conejos, ¡Saldrías despavorido!
En ese valle se encontraba una de esas criaturas tan pequeñas, su nombre era Yerney, un nombre muy peculiar para tus oídos, pero muy común en ese valle. Lo único especial que él tenía eran sus peculiares orejas... Todos las tenían puntiagudas pero él por alguna razón las tenía dobladas. Él vivía debajo de un árbol, no un árbol cualquiera, era uno muy especial, ese árbol era el único que había en el valle. Todos vivían debajo de arbustos o en madrigueras, pero él era el más peculiar de todos. ¿Pero qué hace de especial este valle y esta pequeña criatura? Pues tiene una razón de que estén tan alejados de todos y estén casi en el abismo de estas tierras. Ellos tenían una peculiar tradición todos los años, ellos mataban otras criaturas que había en esas tierras y cuando no lo hacían practicaban canibalismo.
"¿Qué es más fácil que matar?... Morir." Frase escrita en una gran roca en un sendero de estas criaturas.
Sam un pequeño niño humano se había perdido hace ya de un mes, a él nunca le habían hablado de esta aldea de duendecillos en el fin del mundo, él era un niño bastante ordinario, con cabello castaño opaco, estaba sucio y enmarañado; era un chico huérfano por lo cual era pobre, su ropa maltrecha no lo detenía en buscar un poco de comida o algo porque vivir. Tal vez aprendería una gran lección este día, una lección para toda su vida.
El gran festival anual de carne había llegado a esas lejanas tierras, los bienaventurados viajeros que apenas conocían de aquel lugar iban a ser los primeros en ser devorados en aquel festín, el pobre niño Sam había seguido a uno de esos viajeros, comía los restos de comida de ese viejo hombre, cuando él se iba Sam comía las migajas de pan Boruka, el más delicioso pan y más duradero. Siempre miraba al viejo hombre desde lo lejos, esperando que deje otro tipo de alimento, ya estaba harto de comer lo mismo por más de dos semanas a pesar de que aquel pan era delicioso, el comenzó a detestarlo, él quería comer carne seca o cualquier cosa. Aquel día prefirió cazar ratones por el bosque, hizo una pequeña fogata lejos del campamento del viejo hombre para que no lo descubrieran, Sam esperaba que el viejo no se fuera tan lejos. Destripo al pequeño ratón y lo aso, lo devoró, estaba delicioso, pero no lo satisfacía por completo, fue hacia el campamento del viejo para ver si había dejado restos. Ya era muy tarde, se había demorado cazando y apenas pudo cazar uno, había sido un mal día para Sam.

Vio al viejo mientras él estaba en su pequeño escondite, escucho al viejo decir "¿Dónde se habrá metido ese mocoso?, cree que no me doy cuenta que me anda espiando, espero que esto sea suficiente para que no se muera de hambre" mientras el viejo dejaba un trozo de pan, Sam finalmente se dio cuenta que todo este tiempo lo había estado alimentando, nadie había sido tan bueno con él, Sam pensó "¿Por qué no me dejo algo de carne?". El viejo guardaba sus pertenecías para seguir su camino a la mañana siguiente, Sam se durmió en su escondite para despertar a media noche y comer ese pan que había dejado, él aún desconfiaba del viejo hombre.

Escucho un ruido y se levantó sigilosamente, luego vio lo que estaba sucediendo, unas pequeñas criaturas se estaban llevando al viejo hombre, él no entendía lo que sucedía, como es que el viejo no se levantaba. Esas criaturas hablaban en una lengua extraña, voces demasiado aguadas e irritantes.

¿Debía seguirlos o sería una mala idea?, Sam no era muy inteligente, tal vez porque solo era un niño o porque no había sido alimentado adecuadamente en su infancia.

Los duendes más jóvenes estaban felices ya que sería su primer festín de carne y los más viejos estaban molestos ya que la carne era la de un viejo hombre humano.

Ya era la décima criatura que capturaban, tenía a otros dos humanos más.

Iba a ser un gran festival ese año tenían más carne de lo usual, Sam veía a todos los que capturaron no sabía si habían usado algún un tipo de magia, conocía la magia, pero nunca creyó que podía ser utilizada para el mal.

Poco a poco se llevaban a esos seres algunos despertaban y otros seguían adormecidos cuando se los llevaban esas criaturas.

Cuando un grilldler se despertó le volvieron a hacer algo para que se mantuviera quieto una especie de niebla blanca lo rodeaba a esa criatura, Sam no entendía absolutamente nada, pero la curiosidad no lo dejaba irse y probablemente quería saber que iba a suceder con el hombre viejo.

Sam quería ver qué les sucedía a esas criaturas adormecidas, se acercó sigilosamente intentando esconderse en arbustos cercanos, el era pequeño por ello pasaba desapercibido a comparación de esas pobres criaturas capturadas.

Y lo vio, vio como abrían a ese joven hombre de no más de 30 años, Sam se asustó casi dejó escapar un grito, pero se tapó la boca inmediatamente.

El duende estaba molesto o eso distinguía Sam, quería llorar y gritar, escapar de ese lugar, pero ahora que había visto lo que les sucedía quería rescatar a ese viejo hombre que lo había alimentado por tanto tiempo.

Los duendes mas viejos detestaban la carne humana, para ellos apestaba y tenía un mal gusto, lo único que la hacía deliciosa era unas especias que se encontraban en ese bosque, eran difíciles de conseguir, pero siempre los humanos eran los que eran consumidos en sus festines ya que eran más fáciles de capturar porque no tenían ningún tipo de poder mágico, preparar la carne humana era complicada debían triturarla y molerla ya que nadie quería que hubiera algún pequeño fragmento de hueso en el más importante festividad anual.

Sam se acercó cuando la mayoría de duendes se había alejado del lugar donde tenían a las criaturas capturadas que pronto serían devoradas, había aún un duende, pero estaba distraído, camino cuidadosamente hacia el viejo hombre e intentó despertarlo "por favor despierte señor" decía Sam, "por favor" repetía, pero aun así el hombre no despertaba. Escucho algo a su espalda, no distinguió nada, pero bajó su vista y vio al pequeño duende con una sonrisa deformada, poco a poco fueron apareciendo más duendecillos, Sam no sabía qué hacer quería correr, pero pensaba en el viejo hombre, lo miró y vio que una pequeña lágrima se derramaba del viejo, entendió que no podía hacer nada para ayudarlo y comenzó a correr. Uno de los duendecillos comenzó a devorar al hombre, uno le mordió el cuello y desgarró la yugular, empezó a brotar una cantidad obscena de sangre, Sam solo lloraba y corría, le pasaron muchas cosas por la cabeza, él era muy ágil pero tal vez no tanto como esas criaturas mágicas, él corrió sin importarle en ningún momento el descanso. En algún momento de la noche ya no los escucho, pero él siguió corriendo hasta que en algún momento cayó rendido. Cuando despertó seguía siendo de noche, distinguió a lo lejos unos duendes el como siempre no entendía lo que sucedía, iba a comenzar a correr cuando vio a uno de los duendes devorando a otros, Sam estaba mas confundido aun, ese duende llamado Yerney se comía a los de su misma especie, cuando terminó se dirigió a Sam y entonces comenzó este a correr nuevamente, en cierto instante Yerney atrapó a Sam, Yerney sabía lo tierno que era la carne humana cuando estos eran tan jóvenes, él no pensaba compartir su cacería, Yerney mordió la muñeca de Sam, se escuchó un grito sordo provenía de Sam, brotaban lágrimas de sus ojos, en algún momento de confusión Sam logró zafarse, él no entendía como pero corrió nuevamente, al día siguiente despertó en la entrada de una aldea, él aún estaba sangrando por su muñeca y por algún otro lado de su cuerpo, entró a la aldea y busco ayuda, y como siempre nadie se la quiso brindar, solo consiguió indiferencia.

 Cuando despertó seguía siendo de noche, distinguió a lo lejos unos duendes el como siempre no entendía lo que sucedía, iba a comenzar a correr cuando vio a uno de los duendes devorando a otros, Sam estaba mas confundido aun, ese duende llamado Ye...

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Yerney el duende asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora