Elementales

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"Sucedió que desde hace mucho tiempo, el Creador formó cuatro seres que dominarían los cuatro elementos:

Gazar, la tierra. Aéra, el aire. Aqua, el agua. Y el más fuerte: Zjarr, el fuego.

Ellos le ayudarían a restaurar la tierra, que fue devastada por Dark, su hermano, quien se había revelado al plan de su padre.

Desde el primer día les enseñó sus labores y de cómo usar sus poderes en beneficio de la tierra.

Los llamó: Elementales.

(...)

Cuarenta y cinco años tenían ya, y faltaba poco para culminar su entrenamiento. Ellos cuidarían la tierra y serían los guardianes de la siguiente creación que habitaría en ella: La humanidad.

Un día soleado y en plena primavera, Aqua caminaba muy feliz con Gazar a su lado. De un momento a otro ella se perturbó al ver el jardín que él le había obsequiado, destruido.

Él, extrañado de notar en el bello rostro de ella la consternación, buscó con su mirada lo que la tenía así, sin poder creer lo que ahora sus ojos veían. Ambos no comprendían qué había sucedido mientras miraban atónitos todo el daño ocasionado.

Pero, no se fijaron en la túnica del responsable que se arrastraba y que se escondía entre los árboles, esperando el momento indicado para atacar.

Avisaron al Creador y éste supo quién había sido. Más en ese momento no dijo nada. Había visto eso con frecuencia en toda la tierra y no quería preocuparlos.

Así que salió momentos después del planeta para hablar con su padre —que estaba en el infinito—, dejando a Zjarr a cargo.

Al llegar con Él, le expuso el caso y pidió su intervención. Sin embargo, su padre no aprobó la petición, pues sabía algo que el creador no.

Confuso, el Creador se encaminó de regreso a la tierra, para tratar de resolver ese problema él mismo, pero...

¡No podía entrar!

Oscuridad cubría la tierra como un campo de fuerza e impedía su ingreso a la misma. Supo entonces que había sido engañado para dejar la tierra, y que el responsable de todo esto también había sido Dark.

(...)

Mientras tanto, los elementales platicaban en lo que arreglaban el jardín de Aqua, cuando vieron el cambio en el ambiente de un segundo a otro; se tornó frío y oscuro. Aéra intentó restablecerlo. Fue inútil. Así que todos trataron de ver en qué podían ayudar.

Buscando alternativas para solucionar el problema, Zjarr se alejó de sus amigos, pero no se percató que alguien lo vigilaba escondido, esperando a que estuviese solo para interceptarlo.

       —Pero mira a quién tenemos aquí... Un elemental, y no cualquiera, sino a Zjarr, señor del fuego.

Se volteó enseguida al oír esa voz rasposa y tenebre, y sorprendido vió a un ser muy pálido y esquelético, dando la apariencia de un ser fantasmagórico. Le ceñía una túnica negra hecha jirones por todos lados y demasiado grande para ese ser extraño.

       —¿Quién eres y qué haces aquí? —demandó. Creyó que sus amigos con el Creador eran los únicos seres que habitaban en la tierra.

       —Me llamo Dark y estoy aquí para ofrecerte un trato, uno que no podrás rechazar. Eres el elemental más fuerte, tan sólo imagina lo que podríamos lograr si te unes a mí. Seríamos dueños de la tierra y mucho más.

Zjarr al oír tremendo disparate iba negarse, pero antes de poder responder, Dark comenzó a inducirlo a través de sus poderes para que no lo hiciera.

El señor del fuego comenzó a sentir odio, furia  y deseos de hacer arder todo y destruir su alrededor.

       —¡Zjarr! ¡Zjarr! ¡¿Me escuchas?! —parpadeó saliendo del trance, reconociendo esa voz.

Dark siendo interrumpido, mejor huyó fúrico y comenzó a buscar otra forma para empezar con su plan sin Zjarr.

       —Creador... ¿qué sucede?

       —Tengo poco tiempo. Advierte a los otros y luchen contra Dark. Él obstruyó el ingreso a la tierra, impidan que la destruya. Demuestren lo que han aprendido. De-Deben c-co-complementa-arseee... —Eso fue lo último que escuchó difícilmente y rápido fue a buscar a los otros.

Reunidos todos les contó del problema. Debían hacer algo.

A lo lejos, vieron como Dark se acercaba hacia ellos, dejando seca la hierba a su paso.

Zjarr no sabía qué hacer. Vió a cada uno de sus hermanos buscando la respuesta. Hasta que finalmente comprendió. "Complementarse" había dicho el Creador. Ellos eran uno solo, no podían hacer nada sin la ayuda del otro, por lo que se complementaban, y la única forma de lograr eso al mismo tiempo, juntos, era fusionándose.

Les explicó a sus amigos lo que tenían qué hacer, quienes asintieron rápidamente. Cerrando sus ojos y cada uno separado del otro en un semicírculo, dejaron fluir sus poderes a través de sus cuerpos, tan fuerte, que estas se alzaban como llamaradas del color que a cada uno lo caracterizaba.

Zjarr alzó la mirada al cielo y exclamó:

       —¡Honraremos por siempre lo que nos has enseñado, Creador!

Dicho esto, se fusionaron en una luz blanca, cegadora, que cubrió la tierra y desvaneció la oscuridad que rodeaba la misma. Dark trató con su poderes oscuros pelear, pero no resistió y huyó, saliendo del planeta.

La luz cedió, y lo que quedó de ellos fueron partículas que se unieron con los elementos, creando armonía y equilibrio en la tierra.

       —...Y por eso, es que sentimos la esencia de los elementales en la tierra... Fin" —dije cerrando el libro.

Escuché como los niños se quejaban porque había terminado de leer el cuento.

Sonreí al verlos tan entusiasmados por la historia.

       —Ahora ya saben que ustedes también deben cuidar al planeta, niños.

       —¡Síííí, profesor! —reí conmovido, y antes de poder hablarles de nuevo, sonó el timbre.

Gritaron emocionados y rápidamente se levantaron del suelo en el que estaban sentados, para luego tomar sus pertenencias.

       —¡Feliz fin de semana, niños! —Ni bien terminé de hablar, salieron corriendo a la salida, despidiéndose con sus manos en alto y otros gritando un "adiós, profesor"  desde la puerta.

Sonreí satisfecho mientras me levantaba de mi escritorio.

       —Buen trabajo, Zjarr. Lo has hecho muy bien —sonrío nuevamente al escuchar la voz del Creador en mi mente y miro como destella el sol en el horizonte a través de la ventana, sabiendo que él, está observando siempre a sus elementales.

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